domingo, 22 de marzo de 2020

"Malasaña 32" de Albert Pintó.

Estamos en los años setenta y una familia bastante disfuncional (un matrimonio, sus tres hijos y el abuelo), dejan atrás el pueblo y se instalan en Madrid en el popular barrio de Malasaña. Allí hay casas muy antiguas como el caso de la que nos ocupa. Previamente a su llegada vemos una secuencia de entrada donde observamos que el tercer piso, al cual va a parar la familia, esconde un misterio tenebroso. A partir de aquí, se ven envueltos en fenómenos bastante desagradables que ocurren en su hogar. 


Sus autores han conseguido con "Malasaña 32" hacer una película dando mucha importancia al relato familiar. Una historia humana de personas que por circunstancias se ven obligadas a vivir en ese piso. Con mucho ritmo y también con sustos de gato, pero no priorizándolos, al final encuentra el justo equilibrio entre las muchas escenas de terror que hacen evolucionar la película hacia ese género y el drama de la familia que llega del pueblo en la época de la transición buscando prosperidad. El horror sucede paralelamente al drama familiar y el miedo no comienza a mitad de metraje como en otros casos. Va al grano sin tapujos. 


Una fotografía muy marcada, colores amarillentos de verano y verdes de terror, un diseño de sonido muy potenciado y sin barreras, una magnífica postproducción y un reparto estupendo, quizás con actores no demasiado populares lo cual ayuda en la credibilidad de la historia. Un acierto todo.


Híbrido más allá de todo el homenaje que supone al cine de género (la estremecedora marioneta de la televisión, la canica en las escaleras, el niño que se comunica desde una dimensión paralela y esa Concha Velasco a lo Zelda Rubinstein cuya aparición junto con María Ballesteros es una de las mejores escenas vistas en el cine ibérico... entre otros que no conviene desvelar) es una cinta de puro entretenimiento, con sus dosis de crítica social y política en un contexto muy bien definido, que alcanza cotas de desmadre narrativo y visual interesantes en la parte final. Terror clásico pero muy actual, sin miedo a hacer algo fuera de lo normal para que todo te mantenga en completa tensión. Un goce donde la habilidad vence a la originalidad en una película de miedo que da miedo y que recupera la fe del cine patrio de género. Cuando hacemos bien el terror lo hacemos muy bien. Ojalá más largometrajes así aquí.


"Malasaña 32" (2020). Dirección: Albert Pintó.