domingo, 30 de abril de 2017

"Rings" de F. Javier Gutiérrez.

Debemos mucho a "The Ring" (1998) de Hideo Nakata. Tras su paso por España consiguió que los distribuidores confiaran en el cine de género oriental. Con cuentagotas, pero muchas de las más representativas de terror asiáticas consiguieron estrenarse en nuestro país. Marcó una época, sin duda. Cosa que no va a conseguir esta horrible (y no precisamente porque de miedo) continuación made in USA. Aquí no hay rastro de la oscuridad enigmática que impregnaba la cinta original. "Rings", con un guión previsible a más no poder que va a la deriva a pesar de que consigue meter elementos nuevos, no consigue en ningún momento la atmósfera de la película de Nakata. Ni siquiera hay sustos. 


La falta de suspense condiciona una dirección del español de F. Javier Gutiérrez que hace lo que puede para salvar la papeleta con una realización elegante y estilosa que, sin embargo, se ve entorpecida con unas interpretaciones incapaces de dar algo de carisma a sus personajes. Sobrecargada de diálogos que no sirven para nada, "Rings" sí tiene un comienzo interesante en un avión (ya os podéis imaginar cómo acaba la cosa) pero pronto comienza a abrir argumentos que no cierra y a introducir personajes de los que nada más sabremos. Una lástima, pues hasta ahora, con sus pros y contras, era una saga más que interesante.


"Rings" (2017). Dirección: F. Javier Gutiérrez.

jueves, 27 de abril de 2017

"Contratiempo" de Oriol Paulo.

"Contratiempo" comienza con unos planos aéreos de Barcelona donde resalta el color gris de la ciudad y los edificios. Gris también es su argumento. Muy gris, ya que nos encontramos con personajes de dudosa moralidad bastante sombríos. El retrato de estos individuos parece ser la especialidad de Oriol Paulo y Lara Sendim, guionistas de cinta (Paulo también dirige), que repiten equipo tras el éxito logrado con "El cuerpo", con la que esta nueva producción tiene mucho en común además de tener a un accidente de coche como desencadenante terrible de los hechos. A los escritores les interesan sujetos con pasados algo oscuros y con secretos por revelar (que, por supuesto, saldrán a la luz), de clase alta y ostentosa, arribistas y con pretensiones ocultas. En esta ocasión, Mario Casas interpreta con gran empeño a Adrián Doria, un joven empresario de éxito, que despierta, después de haber sido violentamente golpeado, en la habitación de un lujoso hotel junto al cadáver de su amante. Tras ser acusado de asesinato, contrata los servicios de la mejor preparadora de testigos del país. En el transcurso de una noche, consejera y cliente trabajarán para encontrar una duda razonable que le libre de la cárcel mientras Doria le explica los trágicos hechos que ocurrieron semanas antes del juicio donde nada es lo que parece (o sí). Un buen planteamiento que poco a poco se va transformando en un juego de espejos hasta llegar al desmadre absoluto pero sin rozar siquiera el caos narrativo a pesar de que pueda parecer poco creíble en algunos momentos. De hecho, el abuso es tal, que termina convenciéndonos por completo.


En otras manos este guión (con multitud de giros y vueltas de tuerca) hubiera sido un follón terrible pero Paulo y Sendim saben muy bien lo que hacen. Y lo que consiguen es imponente. "Contratiempo", al igual que lo era "El cuerpo" es un juego excesivo con una gran influencia del cine de Brian De Palma que desafía al espectador mostrando poco a poco pistas que deberá ir atando hasta llegar al golpe final. Oriol Paulo también es el escritor de "Secuestro" (2016), otro thriller tramposo, rocambolesco y con una gran revelación final que fue dirigido por Mar Targarona y de "Los ojos de Julia" (2010), dirigida por Guillem Morales (co-autor del guión) donde se atrevieron a coquetear con el giallo italiano. Todas ellas comparten un montaje dinámico y un excelente trabajo de escenografía. Y unos argumentos inverosímiles y complejos pero para nada confusos que caminan hacia un escalofriante final.


Oriol Pla, con una imaginación desbordante, huye de la moda actual de largometrajes de suspense repletos de realismo para ofrecernos un relato de venganza ultrasofisticado con un montaje que borda la perfección. Da igual si la historia en ocasiones nos puede parecer poco verosímil porque a los diez minutos nos atrapa totalmente y queremos saber qué ocurrió realmente en esa habitación de hotel.


"Contratiempo" (2017). Dirección: Oriol Paulo.

martes, 25 de abril de 2017

Miradas: "Let's scare Jessica to death" de John Hancock.

El sueño americano fue muy cuestionado tras el gran fracaso que supuso la dolorosa guerra de Vietnam. El desastre bélico, fuertemente traumático para la sociedad norteamericana, se tradujo en cifras escalofriantes: 58 mil muertos y más de 300 mil heridos, además de miles de soldados adictos a las drogas. El desengaño de participar en una guerra inmoral y duradera que aparentemente no afectaba para nada a la vida nacional inculcó en muchos soldados una tremenda ansiedad de huir de la indecente realidad de Vietnam a través las drogas. A finales de los años sesenta y principios de los setenta, el consumo de drogas en algunas unidades norteamericanas en Vietnam adquirió proporciones casi epidémicas donde la heroína era la preferida. En un informe elaborado por el Pentágono en 1973 se estimaba que el 35% de todos los hombres alistados en el ejército que militaron en Vietnam habían probado la heroína y que el 20% se convirtieron en adictos en algún momento de su misión. Un panorama asolador y catastrófico.


Los estadounidenses presenciaban con frustración como su presente esteba calado de sangre y su futuro se volvía muy hostil. Sin duda, fue todo un mazazo para la sociedad. La forma de vida basada en el capitalismo era, sin duda, un ideal discutible que sembraba dudas en cuanto a estamentos como la familia, el trabajo o el amor. Las cicatrices tanto físicas como morales del conflicto marcaron a la nación y se vieron también reflejadas en el cine. El terror también se vio impregnado de esta hostilidad que traumatizó al estado y una buena muestra de ello es “Let’s scare Jessica to death”, drama sobrenatural muy intimista y de bajo presupuesto donde una mujer se aproxima a la locura frente a un mundo totalmente desfavorable para ella.


“Sueños o pesadillas. Realidad o locura. Ya no puedo distinguir cuál es cuál”. Así comienza “Let’s scare Jessica to death” donde Jessica (Zohra Lampert), una enfermiza mujer recientemente recuperada de una crisis nerviosa, que, junto con su marido con su marido (Barton Heyman) y un amigo de la familia (Kevin O'Conner) renuncian a la ajetreada vida de Nueva York y se trasladan a una vieja mansión en un apartado pueblo de Connecticut la cual piensan arreglar. Una huida de la cruda realidad del capitalismo, antes mencionada, en la que la población americana estaba terriblemente sumergida. En su primera noche se encuentran con Emily (Mariclare Costello), una joven hippie que ha ocupado la vivienda y finalmente se queda con ellos por un tiempo. Toda la cinta está empapada de un halo de tristeza. Sus protagonistas son bohemios que huyen de la gran ciudad conduciendo un coche fúnebre en el que está pintado el símbolo de la paz. Intentan ser felices viviendo lejos de la metrópoli pero lo que se encontrarán no será precisamente luminoso. Ya de entrada, los locales (todos ellos ancianos algo tétricos) los reciben de una manera algo provocadora. 


Estos habitantes del pueblo mantienen una postura inquietante e incluso algo amenazadora y desafiante ante los nuevos vecinos. Esto no ayuda nada a Jessica, que traslada sus obsesiones a su nuevo ambiente y poco a poco iniciará un nuevo descenso a la locura. A partir de aquí las interpretaciones que cada uno quiera sacar de la cinta son abiertas ya que cuestionamos lo que vemos. Sin duda el ámbito psicodélico está presente y toda esa atmósfera malsana de la época impregna la película de un modo extraordinario. La subjetividad herida de la protagonista, ofuscada por la muerte, refleja esa aflicción de la época. Jessica recorre cementerios, dibuja en las lápidas de manera reiterativa bordando la obsesión demostrando su frágil espíritu y su fragilidad mental y a la vez controlando su cordura. Viajamos al fondo de la mente humana de la mano de la heroína. Entiéndase heroína como la actriz principal, no la droga, aunque también podría ser y es que este largometraje es fruto sin duda de su contexto histórico. La presencia de la bandera americana simboliza la melancolía de la época y no es si no otro mensaje para que tengamos muy claro cuándo y en qué circunstancias se ha filmado. Y los habitantes del pueblo reflejan a la perfección el carácter escéptico republicano ante los desconocidos.


Gran retrato de la inestabilidad mental y el desasosiego, desde el cine de género pero con una perspectiva muy madura y sin juzgar. A ello contribuye la formidable interpretación de Zohra Lampert, que retrata a la perfección a una mujer extremadamente sensible y llena de vida que ve como su cordura corre peligro y que en todo momento consigue que nos olvidemos de las carencias técnicas del film. El final, sobre todo, despunta la falta de recursos, pero está bien resuelto logrando una enorme estado pesadillesco. No deja de ser un relato gótico de terror psicológico con localizaciones siniestras, incluso noir mezclado con melodrama de exploración de la generación hippie pero con un toque psicodélico sin llegar al surrealismo con algo de influencias de "Vampyr" (1932) de Carl Theodor Dreyer. A veces el cine de terror produce pequeños tesoros. Este es uno de ellos.


"Let's scare Jessica to death" (1971). Dirección: John Hancock.

jueves, 13 de abril de 2017

"El guardián invisible" de Fernando González Molina.

El cine español de género ha encontrado en el thriller un lugar donde sentirse cómodo y nos ha ofrecido productos bastante interesantes. No es el caso de la película que nos ocupa, que parece un manual de todo lo que no se debe hacer en una obra de suspense, aunque no se puede catalogar de esa manera a "El guardián invisible", ya que suspense no hay por ningún lado.



Con un material a priori interesante, como es la novela de Dolores Redondo, da la sensación que se podrían haber hecho mucho mejor las cosas. El reparto está muy cuidado, pero sus interpretaciones se encuentran muy lejos de acertar el tono que requiere la película. Cabe destacar la esforzada actuación de Elvira Mínguez, una de las grandes secundarias de nuestro cine que, sin embargo, tropieza en sus diálogos con Marta Etura, una protagonista que parece incapaz de encontrar los matices que requieren su papel. La unidimensionalidad de los personajes limita la emoción.


La dirección y la fotografía van a lo seguro sin arriesgar absolutamente nada. Planos aéreos de la carretera mientras el coche policial investiga, larguísimos puentes, flashbacks convencionales... El montaje resulta en ocasiones confuso y cuesta descifrar las elipsis temporales e incluso espaciales. Muy lejos de "Memories of murder" (2003) de Bong Joon-ho o "Zodiac" (2007) de David Fincher que cuentan con guiones similares (la búsqueda de un asesino en serie). Lejos no, lejísimos. Es, precisamente, el estilo tan soso del filme lo que provoca el aburrimiento en una trama que debería ser cada vez más desasosegante, más interesante, hasta desembocar en una resolución asfixiante. Nada de eso ocurre.


"El guardián invisible" (2017). Dirección: Fernando González Molina.

lunes, 3 de abril de 2017

"Beware the Slenderman" de Irene Taylor Brodsky.

El 31 de mayo de 2014, en Wisconsin (Estados Unidos), dos chiquillas de 12 años apuñalaron en repetidas ocasiones a una amiga a la que habían acompañado hasta el bosque. Repetidas ocasiones son nada más y nada menos que 19 veces. Esta compañera, de su misma edad, fue acuchillada supuestamente porque las niñas querían declarar su entrega al personaje de fantasía Slender Man, una celebridad del terror en Internet a la que debían honrar realizando un acto extremo. Mientras eran interrogadas, las crías manifestaron que descubrieron al personaje en Creepypasta, una página web donde se alojan relatos fantásticos, incluyendo muchos de terror. Por si esto no fuera suficiente a los pocos días, en otro suceso en Ohio, otra niña obsesionada con el villano de ficción apuñaló brutalmente a su madre. La mujer afirmó que su hija se encontraba tranquilamente esperándola en la cocina y traía puesta una máscara blanca, una capucha y tenía las manos cubiertas con las mangas de su ropa. Grotescos intentos de asesinato para impresionar a alguien que no existe. Tremendo.


Slender Man, es "una criatura mítica a menudo representada como una figura alta y delgada que usa un traje negro y tiene la cara en blanco" que "puede estirar o acortar sus brazos a su antojo y tiene apéndices en forma de tentáculos que sobresalen de su espalda". Pero sus representaciones pueden tener diversas formas. Una manera de descubrir sus diferentes variaciones es a través del merchandising, ya que en el sitios web como Etsy (de venta de artesanías) podemos encontrar muñecos de peluche, pulseras y llaveros. Y en las redes sociales abundan las fotografías con disfraces de Slender Man. Incluso en YouTube existen numerosos vídeos protagonizados por la criatura. Toda una celebridad. De la ficción, claro. Porque no podemos pretender que este personaje exista en la vida real. Sin embargo, los medios no se había hecho eco del fenómeno hasta que estos salvajes ataques salieron a la luz. 

Slender Man puede que sea una de las últimas incorporaciones a las leyendas urbanas americanas, pero tal y como insinúan los expertos psiquiátricos, la lista de los seres ficticios que se aprovechan de los niños es larga. 


Los límites de la ¿peligrosa? influencia de Internet en las mentes jóvenes impresionables quedan en entredicho en el desgarrador documental de Irene Taylor Brodsky. Un trabajo que a pesar de sus virtudes descoloca en más de una ocasión al espectador. Comienza al más puro estilo de película de terror, como si se tratara de una cinta de "Blair Witch", mezclando imágenes de televisión relacionadas con los hechos del 31 de mayo de 2014 sobre los cuales se centra la cinta. Cabe resaltar que las niñas están siendo juzgadas como adultos y hasta el momento, los numerosos intentos de transferir su caso a un tribunal de menores no han tenido éxito. A pesar de que los cineastas no tenían acceso directo a las niñas involucrados, podemos visualizar imágenes de los interrogatorios policiales cuando fueron aprehendidas por primera vez. Estas grabaciones se alternan con los notables esfuerzos en mostrarnos todo sobre Slender Man y con los testimonios de los padres, aunque quizás intenta abarcar demasiado lo cual invita al despiste frecuentemente ya que no conseguimos centrarnos en cuál es el objetivo real del documental. Evidentemente, en las entrevistas a los padres averiguamos muchos datos que nos hacen cuestionar si realmente Internet es el culpable de todo. Pero las entrevistas por Skype a expertos resultan ser un mero relleno que solamente logra distraernos de la trama de las niñas. ¿Realmente es necesaria la intervención de psiquiatras para "poner en su sitio" los hechos?


"Beware the Slenderman" (2016). Dirección:  Irene Taylor Brodsky.