lunes, 30 de mayo de 2016

"Carol" de Todd Haynes.

Mientras escribo estas líneas escucho la hermosa partitura que Carter Burwell escribió para “Carol”. Un inicio muy elegante para esta música romántica que nos guía en esta magnífica historia de amor. Una banda sonora con una evocación minimalista donde sus temas tiernos y delicados nos dan la sensación de música de cámara. Un trabajo que se lanza totalmente en la estructura de la película de una manera sublime en cada situación, pero sin izar el carácter que Todd Haynes ha querido dar a su largometraje. Nunca incrementa la linealidad que el director ha querido implementar en su ejercicio cinematográfico pero sí consigue elaborar un fundido con las imágenes, no un simple complemento o acentuación de la narración. Su gran intimidad hace que no se convierta en un primer plano donde puede restar importancia a los fotogramas de esta obra maestra. Burwell no da pie al sentimentalismo resultón ya que la música de “Carol” contiene una áspera y dolorosa pena que es la que acompaña en ocasiones al amor verdadero en algunos momentos de nuestra vida. A destacar el diferente tono empleado en las dos escenas íntimas de Cate Blanchett y Rooney Mara, sus diferentes variaciones que conviene no reseñar para no desvelar nada de la trama. Y soberbio es su tratamiento en la difícil escena final donde el espectador está tan involucrado que es difícil contener las lágrimas . Sin duda una banda sonora de una opulencia extrema, una pieza de orfebrería realizada por un virtuoso (habitual de los hermanos Coen) que ya nos sorprendió con “Mildred Pierce” (2011), imprescindible miniserie también realizada por Haynes. 


En 1949 Patricia Highsmith escribió una novela sobre una relación amorosa entre una tímida dependienta y una ama de casa mucho más mayor. Su libro más romántico, "El precio de la sal", finalmente fue publicado en 1952 bajo un seudónimo. 

Sobre el largometraje queda ya poco que decir a estas alturas. Es una película perfecta. Nada sobra ni nada falta. Sin duda estamos ante una de las mejores narraciones de amor de la historia. Una obra cumbre difícil de superar. Dos mujeres en una tormentosa contradicción sentimental, por momentos asfixiante, ante algunos callejones sin salida a los que tienen que enfrentarse. Un angustioso drama, un cuadro en movimiento interpretado por dos actrices en un estado de gloria que pocas veces hemos visto en el cine americano contemporáneo. 


Todd Haynes ha dedicado toda su carrera a explorar la conformidad y la represión y en "Carol" se acerca a las dificultades del lesbianismo en la década de los años cincuenta del siglo pasado, no muy lejos de las de ahora, en un enorme melodrama tan emocional que recuerda a las películas de Douglas Sirk, con dos mujeres en busca de la felicidad en un entorno opresor.


Todos los detalles están cuidados al milímetro. Cada plano es abrumador y brillante. Cada secuencia contiene una elegancia inmensa que resulta incluso complicada a la hora de definirla. Hay que destacar el enorme trabajo de diseño de producción de Judy Becker, la dirección de arte de Jesse Rosenthal y la labor de la decoradora Heather Loeffler que crea varios espacios como las habitaciones del motel, el hogar de Carol o bares de Nueva York para resaltar el romance entre las protagonistas, que a menudo observan a través de cristales para reflejar la prisión en la que se ven sometidas. 


La película de Haynes habla sobre el amor verdadero y es tan seductora que uno entiende el dolor de estas mujeres como si fuera propio. Y cala. Cala tanto que en el segundo en el que llega ese amor a nuestra vida, o si ya ha llegado y en algún momento lo rememoras, es imposible no acordarse de “Carol”. En la escena cumbre de la cinta, Carol (magistral Cate Blanchett) le envía una carta a su amada Thérese (una conmovedora Rooney Mara como un ángel caído del cielo) con un delicado texto que comienza así: “Queridísima.: No hay accidentes”. Es aquí donde nos cuestionamos si realmente las casualidades son sincronicidad. El psicólogo Carl G. Jung acuñó el término de sincronicidad, haciendo referencia a “la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera no causal”, como la unión de los acontecimientos exteriores e interiores de una manera que no se puede explicar pero que tiene cierto sentido para la persona que lo observa. A todos nosotros nos ha pasado en algún momento una oportuna coincidencia que en un principio se manifiesta tan improbable que nos resulta realmente asombrosa y fascinante, como si ciertamente existieran algunas conexiones entre hechos, personas o testimonios a través de unos hilos excesivamente invisibles que tan sólo podemos percibir por momentos. A nivel personal a menudo cuestiono las casualidades, pero si vislumbramos lo que hay a nuestro alrededor en un momento determinado, una acción puede ser clave para nuestro futuro y una persona puede cambiar nuestra vida para siempre. Nuestra atención selectiva en ese segundo quizás nos pueda llevar al amor verdadero. El encuentro entre Thérese y Carol, en unos grandes almacenes donde trabaja la primera, es uno de esos instantes y el realizador californiano lo muestra de una manera esplendorosa.  Si su película de 2002 era "Lejos del cielo" ahora está muy cerca. No. Ya está. En el cielo de las películas más poderosas y bellas del cine.


"Carol" (2015). Dirección: Todd Haynes.

jueves, 26 de mayo de 2016

"La bruja" de Robert Eggers.

Considerar “La bruja” simplemente como una película de terror sería injusto. Es un drama sobre una familia al borde absoluto de la autodestrucción. Un estudio minucioso sobre la condición humana y los efectos del aislamiento. “La bruja” es el primer largometraje del director Robert Eggers, que debuta con esta impresionante historia de horror psicológico y misterio y que debe verse en versión original por contener una reproducción muy fiel del inglés de la época. Sigue a una familia de Nueva Inglaterra en 1600 después de que fueran expulsados de su plantación debido a choques por sus valores religiosos y obligados a vivir en las afueras de la ciudad por sí mismos. No mucho tiempo después de la construcción de la casa, extraños sucesos comienzan a ocurrir, todo centrado en torno a los niños de la familia, especialmente sobre la hija mayor, Thomasin. El niño más pequeño, un bebé llamado Samuel, desaparece misteriosamente una tarde mientras Thomasin estaba jugando con él. 


A los siete minutos de la película se desencadena la primera tragedia: la desaparición de Samuel, en extrañas circunstancias. Este hecho conducirá a la familia a un luto donde el pecado está presente ya que el bebé no está bautizado y según sus fuertes creencias eso le conduce directamente al infierno. Sus hermanos gemelos le confiesan que pueden tener conversaciones con macho cabrío de la familia. Su otro hermano y confidente más cercano de Thomasin, Caleb, desaparece durante unos días. Todos estos misteriosos hechos se podrían explicar por la presencia de una bruja real que habita en el bosque cercano a la vivienda familiar, pero Eggers decide no centrarse en la figura malvada y diabólica de ese ser, sino más bien en la reacción religiosa de la familia sobre el pensamiento de que Thomasin es la propia bruja. 

A partir de aquí no sabemos muy bien sobre qué personaje caerá el peso de la trama dentro de una familia de cristianos devotos que viven aislados, aterrorizados de lo que puede suceder si van en contra de la palabra de Dios. Si sobre la madre y esposa obsesionada con que su bebé desaparecido arderá en el infierno, Katherine (una gran Kate Dickie, ahora popular por “Juego de tronos”), o bien su marido William (Ralph Ineson). Descartando a los jóvenes gemelos Jonas y Misericordia (Lucas Dawson y Ellie Grainger, respectivamente), el hijo mayor, Caleb (Harvey Scrimshaw), atormentado por ayudar a su padre, parece por momentos que va a centrar la mayor atención de la historia. Pero hay que centrase en la figura de Thomasin (Anya Taylor-Joy), la mayor de los cinco hermanos. La familia se siente incómoda con Thomasin a la que culpan de la desaparición de Samuel y piensan que, como el dinero escasea, puede ser útil sirviendo en otro hogar. Hay otras subtramas en esta película pero cuando se van desencadenando los hechos todas giran alrededor de Thomasin. 


“La bruja”, con un comprometido y exquisito sentido del detalle histórico que hace que tenga una atmósfera hechizante, contiene decenas de referencias e influencias en cada fotograma. La cinta está repleta de primeros planos que nos remiten a pinturas de Johannes Vermeer , paisajes evocadores de Andrew Wyeth e incluso escenas que nos recuerdan a alguno de los cuadros más aterradores de Francisco de Goya (mejor no mencionarlo para no desvelar nada) y al “American Gothic” de Grant Wood.


A pesar de su título, no nos encontramos ante una película donde el protagonista es un ser temible que amenaza a un cerrado entorno familiar, sino al extremo de depravación al que puede llegar el ser humano. Así pues, Robert Eggers nos muestra un juego de espejos donde las apariciones de esa figura diabólica son escasas, pero ahí no se centra el argumento principal sino en la reacción puritana y religiosa de la familia al cuestionarse si Thomasin es en realidad esa bruja o no.

Thomasin tiene verdadero pavor de ser condenada al destierro por su propia familia por fuerzas que están más allá de su control y realmente la bruja real que acecha el bosque tiene muy poco que ver con el horror auténtico de su difícil situación.

El aspecto más terrorífico de la cinta es pues el nivel de la depravación y degeneración de la familia que se derrumba cuando todas las catástrofes comienzan. “La bruja” es un ejemplo perfecto de lo estremecedor. Su ritmo lento, el ver a la familia destrozándose poca a poco, hace de la película un retrato auténtico de las personas al límite. Y es un retrato verdaderamente aterrador. Los personajes tampoco se muestran como fanáticos religiosos principalmente sino como ciudadanos de dicha época, lo cual da más miedo aún. Eso la acerca a otra obra maestra del género como es "Réquiem (El exorcismo de Micaela)" dirigida por Hans-Christian Schmid en 2006.

La histeria, el miedo, el descenso a la locura, la paranoia del aislamiento, la acercan a “El resplandor” (1980) de Stanley Kubrick. Precisamente Stephen King, que siempre ha renegado de la dicha versión fílmica de su narración, ha elogiado a “La bruja” como una de las películas más aterradoras de los últimos años.


Nos encontramos con un largometraje que, a pesar de su bajo presupuesto (menos de un millón de dólares) ha marcado la temporada del cine de género al igual que el año pasado lo hicieran “It follows” de David Robert Mitchell y “Babadook” dirigida por Jennifer Kent. Está destinada a ser la gran cinta de terror de este 2016 (hablamos siempre de estrenos en nuestro país), junto con “La invitación” de Karyn Kusama. Pero hay algo en “La bruja” que la hace especial. Podemos cambiar de escenario, de tiempo, de personajes… Parece advertirnos que algún acontecimiento puede rompernos la cordura hasta extremos perversos y cuestionarnos nuestra moral y nuestra ética.

“La bruja” viaja sobre una delicada línea entre la ambigüedad escalofriante y el terror sobrenatural, pero no deja ninguna duda acerca de los peligros del cristianismo extremo y el puritanismo. Juega con el intelecto del espectador de una manera deslumbrante, estilosa y sofisticada y ya es toda una referencia dentro del cine fantástico.


"La bruja" (2015). Dirección: Robert Eggers.

lunes, 23 de mayo de 2016

Miradas: "Huellas de pisadas en la Luna" de Luigi Bazzoni.

Alice Campos, una traductora portuguesa de un centro de investigación astrofísico, vive totalmente atormentada por una escena donde un astronauta es abandonado el la Luna por un compañero. Paralelamente a este enigma, la mujer sufre una amnesia que le impide recordar sus tres últimos días. Alice decidirá entonces averiguar la razón.


Bajo el título de “Le Orme” y en nuestro país conocida como “Huellas de pisadas en la Luna” (huellas metafóricas que la protagonista trata de encontrar en esa parte de sí misma que se le escapa) esta extraña película extraña ofrece una de las mejores actuaciones de Florinda Bolkan, que trabaja con un rigor impecable, y sigue siendo una de las cintas más impenetrables de la década de los años setenta. La trama recuerda, en ocasiones, a “El último año en Marienbad” (1961) de Alain Resnais y sigue los intentos de Alice por descubrir lo que le pasó en esos tres días, que le conducen a un misterioso hotel en la ciudad de Garma, una localidad costera de un estado árabe no identificado. Allí conoce a varias personas, entre ellas a Nicoletta Elmi (la niña del giallo por excelencia en uno de sus mejores papeles), que la recuerdan ya sea como Alice o como una misteriosa mujer llamada Nicole. Todo el mundo en el pueblo la conoce pese a no haber estado nunca allí, sobre todo los siniestros y crípticos huéspedes del hotel donde recae.


Al margen del cine giallo estamos hablando de una de las mejores películas de los años setenta, en la época en la que en Italia se realizaron algunos de los filmes más bellos y salvajes. Un thriller psicológico, onírico e introspectivo dirigido por el siempre interesante Luigi Bazzoni, y fotografiado por el maestro romano Vittorio Storaro. Se trata de una película de suspense psicológico e incluso marcada con algunos elementos propios de la ciencia ficción, que alberga un acentuado tono introspectivo, paranoico e intrigante, y donde el asesinato, su pugna, indagación e hipotética resolución, se dirimen en el interior de la afectada mente de Alice, una gran Florinda Bolkan presente también en los giallos dirigidos por Lucio Fulci “Una lagartija con piel de mujer” (1971) y “Angustia de silencio” (1972), donde aquí realiza sin lugar a dudas su mejor interpretación. 


Se trata de una misteriosa y deslumbrante obra en la que sólo se explicita un único crimen y donde el verdadero interés narrativo se encuentra en una exploración de la mente humana y los traumas personales desencadenados a partir de su desviación, alejada, por lo tanto, del componente criminal reconocible en estas producciones o, cuanto menos, invirtiendo el sentido de su puesta en escena. En extraña historia se escoge cuidar las relaciones que se hilan entre sus personajes antes que depurar la estética de unas imágenes que en todo momento se mantienen enigmáticas bajo la notable fotografía del maestro Storano. 

Desgraciadamente fue la última película de su director que, cansado del cine, se dedicó exclusivamente a los documentales sobre arte y arquitectura, pasiones que se evidencian en esta obra.

Hay que destacar la extraordinaria banda sonora realizada por Nicola Piovani, con órgano y que es de las primeras que compuso al principio de sus trabajos para el cine. La pena es que nunca podrá ser editada en condiciones porque el compositor, en una mudanza por un cambio de domicilio, perdió los masters de la música.


Regia Films la ha editado recientemente en nuestro país dentro de su colección Cinema Giallo, donde encaja perfectamente. Es digno de mencionar el trabajo que están haciendo por recuperar verdaderas joyas del giallo italiano en formato dvd. Así, películas de género que podrían permanecer en el olvido tienen el privilegio de que se les brinde una nueva oportunidad, gracias a la amabilidad de estos editores, los mismos que toman todos los riesgos para exhumar otras exquisitas rarezas que hacen las delicias de un gran número de aficionados al cine giallo. 


En resumen, una película imprescindible e hipnótica y muy inspiradora de clásicos contemporáneos y de autores como David Lynch o Denis Villeneuve. Una Florinda Bolkan que lo da absolutamente todo en un filme misterioso de principio a fin, sobre los sueños, los efectos de los medicamentos y la memoria. Y por supuesto, con un final sorprendente e inesperado. Obra maestra del cine italiano. No está considerada como giallo por algunos críticos pero lo que es cierto es que su estética, su sonido, la investigación como eje narrativo, una estructura laberíntica, el trastorno mental, su clímax… hacen que pertenezca totalmente a este subgénero. No hay un asesino con guantes negros pero ahí es donde realmente la cinta enriquece al género, en la recuperación de la identidad de Alice como si de una trama giallesca se tratase. Sea como sea, estamos sin lugar a dudas ante una de las mejores cintas no solamente del fantástico italiano sino del cine europeo en general. Y me quedo corto. Fascinante.


"Huellas de pisadas en la Luna" (1975). Dirección: Luigi Bazzoni.

miércoles, 18 de mayo de 2016

"Black coal" de Diao Yinan.

La reacción de la crítica cuando “Black Coal” ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín no fue unánime. Algunos se vieron seducidos de una manera magnética por el enigmático vigor de esta misteriosa película, mientras que otros reprocharon que era una cinta meramente estética con una trama cercana al “Zodiac” (2007) de David Fincher. Bien es cierto que muchos consideraron que la última parte de la narración no estaba a la altura de obras similares como la citada del realizador de Denver o “Memories of murder” (2003) de Bong Joon-ho, ya que la después de la ingeniosa resolución del caso la narrativa les pareció que se desinflaba, pero la realidad es que sí que se trata de un gran trabajo de estilizado neo-noir digno de visualizar donde descifrar el quién y el porqué pasa a un lado secundario si te sumerges en la oscuridad de esta gran película, sensacional evocación de la noche de neón y la ciudad.

La historia comienza en 1999, cuando una mano sin cuerpo se localiza mezclada con el carbón en una cinta transportadora industrial. El misterio de este asesinato se extiende por la mitad de una década. Un policía divorciado llamado Zhang (Liao Fan) persigue las pistas disponibles y pronto se realiza un arresto monumentalmente fallido en un salón de belleza, antes de que avancemos rápidamente cinco años en el tiempo hasta, 2004 en una sola toma magistral que viaja a través de un paso subterráneo cubierto de nieve. Un ejercicio de travelling grandioso. Una escena que debería ser ejemplo de cómo realizar una espléndida elipsis temporal.


Zhang ahora trabaja como guardia de seguridad de la fábrica de carbón. Pero partes de cuerpos todavía se están acumulando, algunas de ellas con patines de hielo, y todas las víctimas parecen estar conectadas a una empleada de lavandería viuda de ojos tristes (Gwei Lun-Mei) con quien se obsesionará Zhang y comenzará a seguirla.


Hay ciertos indicios de “Vértigo” (1958) de Alfred Hitchcock, en la relación entre los protagonistas, que sufre numerosos giros melancólicos. La película sigue un ritmo imperturbable, invariable, que nos lleva hacia una conclusión brillante, aunque los aficionados a las películas de misterio lograrán desentrañar la clave con facilidad. El director de arte Liu Qiang mejora el estado de ánimo de la desesperación de la clase trabajadora con una serie de locales de mala muerte maravillosamente iluminados (el rojo predomina en toda la cinta), comisarías y otros escenarios.

Esta gran obra refleja como en ocasiones y para muchos las vidas humanas son tan prescindibles como los recursos naturales. “Black Coal” deja un sabor agridulce. Un buen sabor de boca al haber contemplado un ejercicio de cine realmente deslumbrante y un mal sabor al ser conscientes de la realidad de un país como China. Estamos ante un noir con aires de clásico, sofisticado, con un humor irónico marca de las películas orientales de este género. Una cinta pesimista con una extraña atmósfera y con cierto eco a la estética de David Lynch (otra brillante escena, la de la mujer en la bañera podría estar sacada de “Terciopelo Azul”). Pero la película también lidia con grandes temas universales como el amor y la traición y da rienda suelta a un lado desesperadamente humano muy  conmovedor sin ser llegar a ser sentimental.


"Black Coal" (2014). Dirección: Diao Yinan. 

viernes, 6 de mayo de 2016

"El año más violento" de J.C. Chandor.

1981, según las estadísticas, fue el año con más crímenes y atracos de la historia en la ciudad de Nueva York. El inmigrante hispano Abel Morales (Oscar Isaac, en un papel originalmente pensado para Javier Bardem) y su mujer Anna (Jessica Chastain, quien finalmente propuso a Isaac al director), nacida en Brooklyn y encargada de las cuentas, han conseguido sacar adelante con éxito su empresa de distribución y venta de gasóleo. Ahora, esta pareja de ensueño,  está a punto de lograr la última pieza de su sueño americano: comprar un cotizado terreno frente al río Hudson, un enclave que les permitirá expandirse en el negocio y superar a su competencia. El negocio es bueno y están progresando más que la mayoría, pero sufren la violencia en el transporte de sus camiones. La compañía se ha visto afectada por una serie de secuestros, con anónimos hombres armados, de los camiones de combustible que posteriormente vacían y abandonan en lugares desconocidos. Una noche, Abel ve una extraña figura fuera de la lujosa nueva casa de Westchester de la pareja. Él lo persigue sin darle mucha importancia, pero a la mañana siguiente, entre los arbustos junto a la puerta, la hija de la pareja encuentra un arma cargada. Por si esto no fuera suficiente, una investigación policial amenaza con destruir todo lo que han logrado hasta ese momento.


En palabras de su director "es el típico caso de escalada de la violencia. Al poco miré en sitios web las estadísticas de delincuencia, mirando la historia de los datos de criminalidad en la ciudad de Nueva York en los últimos ciento cincuenta años. Los índices de criminalidad mantenían un patrón regular a lo largo de los años 70. Luego, en 1981, hubo un cambio espectacular y se convirtió en el año más violento de la historia. Al año siguiente, las cosas empezaron a mejorar rápidamente. Todo aquello transformó la ciudad y la convirtió en la que conocemos ahora. ¿Dónde se puede caminar en mitad de la noche en bikini y que nadie te moleste? Esa transformación, si rebuscas, se inicia en 1981. Pensé en hacer una película de gánsteres, usando algunos clichés clásicos del género, algo de la emoción de los tiroteos y persecuciones pero sin caer en lo convencional".


Este neo-noir y drama criminal ochentero, sutil, cínico, bello y duro de J.C. Chandor es rudo a la vez que inteligente y enormemente lúcido. De la mano de las arrebatadoras y excitantes interpretaciones de la pareja protagonista, Oscar Isaac y Jessica Chastain, el realizador consigue confeccionar un flamante largometraje que bien podría pasar por una cinta de Sidney Lumet. Aunque también podemos contemplar las influencias de David Mamet, James Gray y, por supuesto, Coppola. La cinta es amarga y árida, y la personalidad del personaje de Isaac nos recuerda en todo momento al joven Michael Corleone interpretado por Al Pacino, con gran vigor y absoluta firmeza. Un gran acierto Chastain, impecablemente vestida por Armani, como su pareja pues su compenetración es brutal. Dos actores con una gran química. El espectador se hace eco de su excitación, su nerviosismo, su resistencia y su inquietud. La dirección de actores es excelente. 



Es fascinante contemplar el gran talento de este director que demuestra en su tercera y magnífica película, de principio a fin. Una gran madurez como realizador y escritor que ha desarrollado en una corta trayectoria.


Hay un uso narrativo excepcional de los lugares de Nueva York, algunos astutamente protagonistas de momentos de suspense y violencia, y también hay que destacar el hábil despliegue de los informativos de televisión como informadores de los crímenes en la ciudad que no pasa inadvertido al espectador. Quizás su único fallo es que las conversaciones sobre las finanzas resultan algo aburridas e incluso repetitivas.


"El año más violento" es una crítica opaca y ambigua a la ambición y a la codicia, a la oscura realidad del "sueño americano" donde los pobres son las víctimas del sistema (parece que no han cambiado mucho las cosas), aunque con la mirada personal del que es ya un gran cineasta. Es una película que no logra superar a todas aquellas en las que se ha inspirado, pero ello no hace que no se trate de una propuesta ejemplar. Hay que tener en cuenta a J.C Chandor como un talento potencialmente muy interesante.


 "El año más violento" (2014). Dirección: J.C. Chandor.

domingo, 1 de mayo de 2016

"ma ma" de Julio Medem.

Considerada para muchos críticos una obra menor del director donostiarra, tras su visionado "ma ma" no deja lugar a dudas del carácter extraordinario que esta película posee. La cinta supone un auténtico acierto, tanto por la extraordinaria calidad de las interpretaciones de sus protagonistas, como por la gran sensibilidad mostrada por Julio Medem a la hora de dirigir. 

Magda (Penélope Cruz), una maestra en paro con un hijo pequeño que sueña con jugar en el Real Madrid, reacciona sacando a la superficie toda su energía vital tras serle diagnosticado un cáncer de mama. Gracias a su gran valentía y contagioso optimismo, tanto ella como los suyos vivirán inusuales escenas de humor y delicada felicidad. 

Medem fabrica en "ma ma", su última película tras los cinco años transcurridos desde el estreno de "Habitación en Roma", un personaje brillante y sólido, con ecos algo trágicos, cuya identidad ya no debe cuestionarse más, ya que sus preocupaciones son totalmente inaplazables: encarar con dignidad el posible final de su propia vida. Realiza un despliegue para mostrarnos su poesía, con algunas influencias evidentes de Pedro Almodóvar, que ayudan en la narrativa que pretender mostrar el realizador. Un filme lleno de matices, valiente y una obra de arte cinematográfica. 




Penélope Cruz transmite solamente con su rostro unas emociones que llegan al espectador de manera sublime. Realiza un trabajo impresionante con Magda y es de apreciar el gran esfuerzo físico que ha demostrado construyendo este papel. Probablemente el mejor de su carrera. Así pues, Medem vuelve a confirmarse como un gran director de actrices. Sin olvidar, por supuesto, la excelente interpretación de Luis Tosar. Pero parece que el cine de Medem esté centrado en protagonistas femeninas desde aquella inolvidable Ana de "Los amantes del Círculo Polar".

"ma ma" contiene todo lo que puede buscar un espectador cuando se encienden las luces de la sala: haber asistido a una experiencia única. Es difícil describir el impacto de esta película sin desvelar parte de la trama, pero Medem nos regala una obra de arte desde el principio hasta el magnífico plano final.

Una película arriesgada, sin pudor, sin miedo al ridículo, que no teme al empalago, con un montaje muy creativo, que incluso puede incomodar por contener a unos personajes singulares (un cirujano que es capaz de cantar incluso en pleno quirófano) y situaciones algo alocadas, pero un gran trabajo al fin y al cabo. Todo un regalo visual, una película excepcional y un paso más de Medem hacia el melodrama donde parece manejarse muy bien (no hay que olvidar que siempre ha sido muy sentimental e íntimo). Esperemos que siga así. Sigue siendo uno de los grandes y está evolucionando.





"ma ma" (2015). Dirección: Julio Medem.