sábado, 4 de noviembre de 2017

"Museum" de Keishi Ohtomo.

"Museum" es un thriller con asesino en serie enmascarado incluido dirigido por Keishi Ohtomo y protagonizado por Masatô Ibu, Mikako Ichikawa, Shûhei Nomura y Tomomi Maruyama, entre otros.

La adaptación a la gran pantalla del manga de Ryôsuke Tomoe (publicado en nuestro país por Norma Editorial), con una historia que parece interesante (aunque poco original), a mitad camino entre "Seven" de David Fincher y "I saw the devil" de Kim Ji-Woon centrada en el inspector Hisashi Sawamura, quien se involucra en un caso de asesinato muy peculiar, se ve entorpecida en todo momento por una dirección aturdida. Y es que la realización de esta historia de suspense (muy fiel al manga original, eso sí) entorpece el ritmo hasta aburrir soberanamente.


Tanto la fotografía como la puesta en escena resultan desanimadas, lo cual no hacen más que producir un horrible efecto como es el tener en mente sus precedentes. Y es que la cinta es tan monótona que invita a que salgamos de la sala y vayamos directos a visualizar una de las películas de Fincher. O lo que es peor, cualquier otra película de cualquier otro director. La que sea puede ser mejor que "Museum".


"Museum" (2016). Dirección: Keishi Ohtomo.

sábado, 7 de octubre de 2017

"T2: Trainspotting" de Danny Boyle.

Pese a quien le pese, "Trainspotting" (1996) logró un hito en el cine con la difícil hazaña de volver a poner en boca de todos el cine británico. "Todos envejecemos, dejamos de molar y morimos", dijo entonces Sick Boy a Renton. Y la cuestión de cara a la continuación es saber si han envejecido bien o mal.



"T2: Trainspotting" es una película que afortunadamente se aleja de la mediocridad a la que nos tiene acostumbrados Boyle en sus últimas cintas, dejando claro que se puede hacer una secuela entretenida, con personalidad propia y sin excesivas pretensiones ni aires de grandeza.


En su aproximación a la obra de Irvin Welsh no mimetiza su trama pero sí sus personajes y se esmera por retratar correctamente su ambientación sacando partido a la historia. Sus protagonistas no han perdido absolutamente nada de carisma. Ni una pizca, a pesar de que intentan hacernos creer que son distintos a como eran veinte años antes. El problema podría radicar a que nosotros no somos los mismos que hace veinte años y que el cine tampoco es el mismo, pero en términos cinematográficos su director transmite vida a su film y triunfa a la hora de dar personalidad a su apartado técnico. El reparto sustenta el interés de una cinta que se digiere perfectamente y deja buen sabor de boca a pesar de que no contiene una realización original sino que Boyle apuesta por dar continuidad al estilo de su película de 1996.


"T2: Trainspotting" (2017). Dirección: Danny Boyle.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Miradas: "Sumario sangriento de la pequeña Estefania" de Tonino Valerii.

El comisario Luca Peretti está convencido de que hay una estrecha relación entre dos homicidios (el de un ex investigador de seguros y el de su supuesto verdugo que aparentemente se ha suicidado) y el asesinato sin resolver de una niña llamada Estefania Moroni heredera de una fortuna. A pesar de que el asesino avisa al comisario de cada uno de sus pasos, va matando a todas las personas que podrían corroborar la hipótesis de Peretti. 


La única incursión en el giallo de Tonino Valerii (que se enfrentó con varios géneros cinematográficos durante toda su carrera pero destacó en el eurowestern) comienza con una sugerente escena donde se lleva a cabo el primero de los muchos crímenes que presenciaremos. Y quizás, el estéticamente más interesante pues no es muy habitual en el giallo que el arma del homicida sea precisamente una excavadora. Y además, a plena luz del día. Esta manera de comenzar tan impactante podría resultar perjudicial para el largometraje si el resto del metraje no estuviera a la altura, pero no es el caso. 

La película, con un halo de intriga clásica, no pierde ritmo en ningún momento. Es más, va subiendo su clímax a medida que va aumentando la interminable lista de sospechosos dentro de una interesante galería de personajes. Ya que, como en todos los giallos, de eso se trata, de descubrir al culpable de todas las muertes. Los Moroni forman una familia bastante peculiar con turbios secretos y así testigos, sospechosos y víctimas (incluyendo a una gran selección de nuestro star system como Mónica Randall, Helga Liné, Lola Gaos, Manuel Zarzo o Patty Shepard al ser coproducción) se funden como nunca había pasado en una cinta de este subgénero de manera que deja poco espacio al espectador para la reflexión. Pero no importa, porque el festival de muertes contrarreloj no decae. Aunque queda alguna pregunta por resolver, como el extraño comportamiento hacia las niñas de alguno de los oscuros individuos y familiares que rodean a la pequeña Estefania. El asesinato de la niña es el hilo conductor de la trama de este inteligente thriller, al igual que sucede en algunos de los mejores giallos donde el infanticidio es el detonante, como "Angustia de silencio" (1972) de Lucio Fulci o "¿Quién la ha visto morir?" (1972) de Aldo Lado. Curiosamente todas ellas (incluida la que nos ocupa) se estrenaron el mismo año en Italia. 


En este caso, la investigación la lleva un inspector de policía (un extraordinario George Hilton) que para su resolución reunirá a toda la multitud de sospechosos en una habitación al más puro estilo Agatha Christie tras reunir todas las pruebas y pistas (ojo porque hay alguna que otra falsa para jugar hábilmente al despiste).


La dirección de Valerrii incluye signos distintivos del género como uso del zoom, primeros planos y cámara subjetiva además de una banda sonora de Morricone que introduce una melodía infantil característica de aquellos años, aludiendo precisamente a Estefania.

Una vez más, Regia Films ha editado un gran giallo dentro de su colección de obras de este subgénero. La copia ofrece la versión tanto en italiano como en castellano con subtítulos.


"Sumario sangriento de la pequeña Estefania" (1972). Dirección: Tonino Valerii.

domingo, 9 de julio de 2017

"Melanie. The Girl With All the Gifts" de Colm McCarthy.

A pesar de que muchos lo daban por muerto y enterrado (y la última y peor temporada de "The walking dead" ha ayudado bastante a esa percepción) el subgénero zombie parece haber resurgido con fuerza a tenor de las obras que nos están llegando esta temporada. "Melanie. The Girl With All the Gifts" es el debut en el cine del escocés Colm McCarthy, curtido en televisión, sobre un texto de Mike Carey (muy conocido en el mundo del comic y escritor de algunas etapas de "Lucifer", "Hellblazer" y "X-Men"). Y lo cierto es que, con buenas ideas visuales, sale muy bien parado del paso de la pantalla pequeña a la grande.


La novedad es que los zombies no son mostrados como criaturas malvadas, sino como niños apacibles que con ciertos estímulos se convierten en seres caníbales. Pero, en todo caso, los niños (zombies) siempre parecen tener más humanidad que los propios soldados que los custodian, a excepción de la profesora interpretada por (la genial como siempre) Gemma Arteton. Y es que en un futuro distópico, la sociedad está asediada por una terrible enfermedad contagiosa que convierte a las víctimas en voraces zombies. La única oportunidad de la humanidad reside en ese grupo de niños que son inmunes a los efectos de la pandemia. Los niños están refugiados en una base militar situada en un pueblo sin especificar de Inglaterra. Allí, son estudiados, ya que son capaces de pensar y sentir a pesar de haber sido infectados, mientras los científicos buscan una cura. Una de esas niñas, la inteligente Melanie, destacará por encima del resto, provocando que el futuro de la raza humana dependa de ella. 


Tras un enigmático comienzo dan lugar las escenas más impactante para relajar algo al espectador en la parte final pero sin perder nunca el ritmo. Ni siquiera su hondura humanista, innecesaria en la mayoría de estos productos, hace que flaquee. En muchas películas de género es cuestionado el nivel filosófico al que sus autores pretenden llegar cuando nadie lo está pidiendo ya que los códigos del terror no lo exigen, aunque en "Melanie..." son incluso necesarios para mantener su innovadora estructura narrativa.


"Melanie. The Girl With All the Gifts" (2016). Dirección: Colm McCarthy.

lunes, 3 de julio de 2017

Miradas: "Saló o los 120 días de Sodoma" de Pier Paolo Pasolini.

"El Decamerón" (1971), "Los cuentos de Canterbury" (1972) y "Las mil y una noches" (1974) formaron la Trilogía de la Vida. El asesinato en más que extrañas circunstancias de un Pier Paolo Pasolini que estaba empezando a molestar a mucha gente "poderosa" impidió que su Trilogía de la Muerte tuviera continuación tras "Saló o los 120 días de Sodoma". Las dos partes restantes no pudieron realizarse.

Basada en la novela "Las 120 jornadas de Sodoma o la escuela de libertinaje" del marqués de Sade, que fue escrita durante su estancia en la prisión de Bastilla, el fascismo es el corazón de la crítica de Pasolini ("Saló" transcurre en el norte de Italia, durante los años 1944 y 1945, en plena ocupación nazi-fascista), quien pasó parte de su pubertad en la República de Saló (un Estado títere de la Alemania nazi que existió durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial) mientras era testigo de las brutalidades del ejército italiano. Algunos de sus recuerdos le llevaron a la conceptualización de "Saló o los 120 días de Sodoma".


Pasolini reveló que la cinta era bastante metafórica. Un ejemplo del simbolismo de "Saló" es la escena del banquete de heces, que pretendía ser una denuncia hacia la producción de alimentos en masa a los que llamaba basura inútil. Se trata de una radiografía del fascismo muy innovadora (polémicas a parte), de la inevitable sumisión al orden y de la represión donde todas sus escenas parecen querer decirnos a gritos algo distinto a lo que estamos viendo (o no, ya que hay quien considera la cinta puro exploit). Quizás puede que sea una interpretación algo "amable" aunque tiene su lógica.

¿Qué pasa en "Saló"? Cuatro individuos muy poderosos (¿por qué no están nunca en las listas de los villanos de la historia del cine, por cierto?), el Presidente, el Duque, el Magistrado y el Obispo, con la ayuda de varios colaboradores, secuestran a dieciocho jóvenes (nueve mujeres y nueve hombres) y los conducen a una apartada mansión próxima a Marzabotto con intenciones que no son muy bonitas precisamente. Los acompañan cuatro exprostitutas, también ayudantes, cuya función será la de narrar historias que estimulen a los señores poderosos, quienes entonces comenzarán a explotar de manera sádica y sin límites a sus víctimas después de haber establecido las reglas del juego sin que nadie pueda eludirlas ya que toda transgresión es castigada con la muerte. Además, ellos gozan de la facultad de disponer a su antojo de la vida de los cautivos.


El largometraje se divide en cuatro partes o segmentos relacionados con el Infierno de "La Divina Comedia" de Dante Alighieri: Anteinfierno, Círculo de las manías, Círculo de la mierda y Círculo de la sangre. Anteinfierno es la parte más corta de la película, donde los jóvenes son capturados. La espiral comienza a cobrar vida antes de lo que nos imaginamos. A partir de aquí, "Saló" muestra 3 de los 120 días transcurridos en el palacio y las aberraciones y torturas van subiendo a medida que transcurre el tiempo. En la segunda parte, el Círculo de las manías, una de las prostitutas cuenta historias de la novela del marqués de Sade. Después da comienzo el Círculo de la mierda donde varios personajes polemizan sobre el hecho de haber asesinado a sus madres e incluso sobre que a una madre no se le debe nada simplemente por haberse liado con un hombre (un tema habitual de Sade). Esto hace que una de las muchachas capturadas llore, pues su madre falleció en un intento de liberarla mientras era apresada y el Duque le obliga a comerse sus heces. Entonces, tras escuchar unos relatos coprofágicos de la prostituta, los señores prohíben defecar a los jóvenes durante un día completo ya que sus excrementos serán servidos en un gran banquete. Para el rodaje, las heces fueron creadas con salsa de chocolate y mermelada de naranjas. Por si esto fuera poco, se realiza una especie de concurso de los mejores culos donde el ganador aparentemente moriría en el acto. El final de este Círculo de la Mierda pronostica los horrores y crueldades a los que asistiremos en el siguiente segmento. En esta última parte, el Círculo de la Sangre, las torturas más espantosas posibles se desencadenan sin límites. Vemos a dos colaboradores contemplar todas las atrocidades de una manera tan indiferente que hasta se aburren y deciden bailar un vals juntos, retrato del conformismo de las masas y la desensibilización a la violencia.


La polémica acerca de la película existe hasta el día de hoy, con muchas personas elogiando la película por su intrepidez, libertad y actitud en contemplar lo impensado y lo inesperado, el lado más oscuro y asqueroso del hombre, mientras otros la condenan categóricamente por ser una pretenciosa película de explotación sin más allá que mostrar lo más vulgar y sádico del ser humano. 

Contiene un ritmo frenético. Sin pausa. No hay momento para el descanso."Saló" ha sido prohibida en varios países debido a su gráfico retrato de la tortura, el salvajismo, la violación, y el asesinato, además de que participaron en ella menores de edad. Por ejemplo fue prohibida en Australia en 1976, permitida en 1993 y censurada de nuevo en 1998. Tuvo muchísimos problemas de exhibición, tanto en Italia como en otros países de Europa occidental, por presuntos ataques a la moralidad y a las buenas costumbres. En España fue la primera película secuestrada por una orden judicial cuando ya había desaparecido la censura cinematográfica previa, en el año 1978, aunque después el mismo juzgado levantó el secuestro por no considerarla pornográfica.


Destaca lo muy cuidada que está la fotografía en toda la cinta, mucho más que en otras grandes obras de Pasolini como "Edipo Rey" (1967). Visualmente es muy potente (al margen de las duras imágenes: entiéndase potencia como un recurso). No estamos hablando de un director que haya pasado a la historia por su técnica narrativa a la hora de dirigir, pero con "Saló" se acerca a la perfección de la que tanto se había alejado en toda su filmografía. Cada escena, cada plano, parecen estar cuidados al milímetro.



La gran mayoría de su metraje es muy muy duro, excesivamente desagradable, aunque demasiado real por no hablar de cómo te deja por dentro tras su visionado al que conviene acudir "preparado". Muchos podrían pensar que puede contaminar nuestra mente el hecho de que la tortura, la violación, la coprofagia, el asesinato y la mutilación puedan ser mostrados, pero no olvidemos que esto es ficción, no es el mundo real. El eterno debate de los límites de lo que se puede enseñar y lo que no, de lo que es violencia gratuita y lo que no. Evidentemente hay cerebros que no son capaces de procesar las imágenes que se nos muestran y contextualizarlas. Para ellos el filme supondrá un verdadero calvario. Pero también tenemos que ser conscientes de las grandes calamidades cometidas por el ser humano a lo largo de la historia. El espectador con un mínimo de inteligencia ya no valora los límites de la crueldad de las imágenes y el fuerte impacto que las mismas puedan causar en él, sino cuáles son las motivaciones o pretextos para que su autor los sitúe de ese modo en pantalla o cuáles son sus reflexiones para darles ese trato.



Tratándose de quien se trata dudo que sus intenciones fueran simplemente atraer la atención de voyeurs con imágenes extremas. Y más cuando el resultado final es una película que cambió las reglas del juego, marcó a muchos espectadores, está muy lejos de ser amoral y es un referente absoluto dentro del cine libre. Pasolini nos pone a prueba y nos enfrenta a un poder absoluto del que no se puede escapar utilizando una provocación necesaria llevada al límite, políticamente incorrecta pero visualmente sublime.


"Saló o los 120 días de Sodoma" (1975). Dirección: Pier Paolo Pasolini.

sábado, 13 de mayo de 2017

"Sólo el fin del mundo" de Xavier Dolan.

Gaspard Ulliel abre "Sólo el fin del mundo" narrando en primera persona su regreso al lugar donde se crió, tras una larga ausencia, para anunciar su muerte a su familia. Allí se encontrará con su parentela, a la que hace años que no ve. La historia es muy simple y contiene una premisa sencilla, por lo tanto para lograr que el relato tenga algo de interés es necesario que lo que ocurra, lo que veamos y lo que escuchemos sea sugestivo para no parecer aburrido. Y es interesante, sí...a veces. Muy pocas, eso sí.


Dolan adapta la obra de Jean-Luc Lagarce como puede. Poco queda de esa frescura que hasta ahora ha demostrado en su dirección. Parece el trabajo de un autor cansado y sin chispa. Estático y sin fuerza. Cuesta pensar que su anterior largometraje sea la potente "Mommy" (2014) y que es el responsable de la imprescindible "Lawrence Anyways" (2012). No se le puede culpar al texto de Lagarde del resultado final porque el joven canadiense no se caracteriza precisamente por tener unos guiones pulidos, pero siempre había logrado salir victorioso...hasta ahora.


¿Qué ha ocurrido para este bajón tan considerable en su filmografía? Quizás su ambición por el reconocimiento masivo le haya llevado a caer en lugares comunes. Un protagonista sin sangre en las venas (que a pesar de ello ganó el César) tampoco ayuda a levantar la película. Sí lo hacen Mario Cotillard y Vincent Cassel sin lugar a dudas. Sus personajes evolucionan y conmueven. Son los mejores del elenco. Una discusión familiar sirve para introducirlos a ellos y a Léa Seydoux (hermana de Dulliel) y a Nathalie Baye (madre). A partir de aquí todo resulta algo previsible: familias que no entendemos, mentiras, heridas y secretos. Todo evoluciona según sospechamos. 


La necesidad de realizar un cine extremo pasa factura a Dolan que, aunque fiel a su heterogéneo universo y a su estética poderosa, no consigue adaptarse a prácticamente un único espacio (de hecho la escena más interesante, la del coche de Cassel y Ulliel, sucede fuera de él). Incluso los momentos pop se acercan al abismo de la decadencia. ¿A quién se le ocurre utilizar "Dragostea din tei", una de las peores canciones del siglo o incluso de la historia? Una cosa es querer ser kitsch a toda cosa y otra destrozar el oído al pobre espectador que está soportando la que es la peor escena de su trayecto con diferencia. No obstante nos regala una de las mejores: el rostro desolado de Marion Cotillard contemplando a un violento Cassel que es cólera e ira pura.  


"Sólo el fin del mundo" (2016). Dirección: Xavier Dolan.

domingo, 7 de mayo de 2017

Miradas: "Trauma" de León Klimovsky.

"Trauma" contaba con muchos elementos para poderse haber convertido en una buena película de terror. Pero ya sabemos que de buenas intenciones no se vive y cuando todos los elementos juegan en contra el resultado final en ocasiones puede ser espantoso (y no en el sentido de sobrecogedor precisamente).


De entrada tenemos a un director curtido en el cine de género como León Klimovsky con la pretensión de hacer un giallo a la española. En ese momento el cine giallo comenzaba a dar evidentes signos de agotamiento en Italia aunque dos años antes nos había regalado dos obras maestras y claves del subgénero como son "La casa dalle finestre che ridono" de Pupi Avati y "Rojo oscuro" de Dario Argento. Klimovsky ya había filmado la más que decente y muy reivindicable "Una libélula para cada muerto" (1974), un relato policíaco ambientado en Milán con un hilo argumental muy bien trazado y con un ritmo y acción que la convirtieron en merecedora de figurar entre las grandes de la época para muchos críticos. Su vuelta al horror con influencias de Argento prometía.

Igualmente, Ágata Lys había demostrado sus dotes en el cine de género en "El huerto del francés" (1977), dirigida y protagonizada por Paul Naschy. La actriz tenía una presencia y un magnetismo únicos. "Trauma" supondría una de sus últimas interpretaciones ya que se apartó del mundo de la industria al que sólo volvería en contadas ocasiones para colaborar en títulos como "Los santos inocentes" (1984), de Mario Camus, "El regreso de los mosqueteros" (1989), de Richard Lester, "Taxi "(1996) de Carlos Saura o "Familia" (1996), de Fernando León de Aranoa.


La acción transcurre en un hostal en la Sierra. Una casa rural apartada a la que se accede por una carretera secundaria y donde tienen lugar una serie de extraños asesinatos. El título de la cinta nos adelanta lo que veremos a continuación: un asesino con un extraño trauma. El comportamiento del personaje de Ágata Lys resulta muy extraño desde un principio, pero las cosas no son como parecen.


¿Qué podía salir mal con estos ingredientes? Pues prácticamente todo. La dirección resulta algo torpe y el equilibrio está muy descompensado. La primera parte de la película es bastante aburrida, con unos diálogos entre Lys y Henry Gregor (un escritor que necesita desconexión para escribir una novela) son monótonos y soporíferos. Cuando comienzan a llegar huéspedes al hotel la cosa comienza a ponerse entretenida pues se inaugura la sesión de asesinatos, aunque estos son filmados con una desgana monumental (incluyendo unos degüellos cutres y torpes a más no poder) que hacen que lo que podría ser lo más destacado de este gran despropósito sea un completo chasco. Asimismo, Ágata Lys está muy justita en su interpretación. No ayuda en absoluto que no tenga ningún feeling con un insustancial a más no poder Henry Gregor. Todo se anima un poco con la llegada de Isabel Pisano. La uruguaya da frescura al ambiente, tanto que en ocasiones parece que estemos en otra película. No obstante todo va a la deriva. El guión es demasiado flojo, incluso tratándose de este tipo de producciones en las que precisamente no destacan por tener unas historias demasiado coherentes. Ni siquiera es lo suficientemente gracioso como para ser delirante. Simplemente es desaborido y sin tensión dramática. 


"Trauma" (1978). Dirección: León Klimovsky.

martes, 2 de mayo de 2017

"One more time with feeling" de Andrew Dominik.

El 14 de julio de 2015 quedará marcado en la vida de Nick Cave ya que en esa fecha se produjo la trágica muerte de su hijo de quince años, que cayó por un acantilado en Brighton debido a que se encontraba bajo el efecto de las drogas. Un año después, el músico australiano encaró de nuevo su carrera musical dando como resultado el grandioso disco “Skeleton Tree”, uno de sus mejores trabajos. El fallecimiento de Arthur Cave sucedió a mitad de la gestación de las canciones incluidas y se ve claramente reflejado en las letras.


El documental dirigido por Andrew Dominik en el que aparecen Nick Cave & The Bad Seeds interpretando las canciones del disco, iba a estar principalmente centrado en la grabación de "Skeleton Tree". El accidente de Arthur afectó al tratamiento de la cinta promocional que mutó en un duro ensayo sobre la fragilidad y la pérdida, sobre todo en lo referente a la manera en las que éstas influyen en la creación y producción artística. No obstante, cuando nos sumergimos en el estudio de grabación, podemos comprobar que la mayoría de decisiones creativas estaban ya decididas con anterioridad, aunque el desasosiego y la angustia impregnan todo el lugar de una manera conmovedora. Filmado en blanco y negro y en color, el resultado es rígido, hondo y crudo.

Nick Cave divaga sobre el compromiso y el conflico del proceso creativo, mientras explora su relación musical con su cercano Warren Ellis. Poco a poco la cinta va cogiendo otra dimensión y observamos a un músico reflexivo y con un claro instinto de autopreservación que solamente detona en un momento para expresar su malestar con los medios de comunicación por el tratamiento que dieron hacia la muerte de su hijo. Su esposa, la diseñadora de ropa Susie Bick, una mujer muy reservada, poco a poco va cogiendo más presencia en la película.


El poder hipnótico de las canciones de "Skeleton Tree" y el sombrío carisma de Nick Cave nos envuelve mientras la cámara se mueve en torno a la música. La canción más rígida y solemne del álbum, "I need you", es un despojado sollozo desesperado que tiene la sensación de ser un poderoso himno ceremonioso con suntuosas estructuras corales. Vocaliza repetidamente, "te necesito", con una fragilidad que nos sacude gigantescamente.


"One more time with feeling" (2016). Dirección: Andrew Dominik.

domingo, 30 de abril de 2017

"Rings" de F. Javier Gutiérrez.

Debemos mucho a "The Ring" (1998) de Hideo Nakata. Tras su paso por España consiguió que los distribuidores confiaran en el cine de género oriental. Con cuentagotas, pero muchas de las más representativas de terror asiáticas consiguieron estrenarse en nuestro país. Marcó una época, sin duda. Cosa que no va a conseguir esta horrible (y no precisamente porque de miedo) continuación made in USA. Aquí no hay rastro de la oscuridad enigmática que impregnaba la cinta original. "Rings", con un guión previsible a más no poder que va a la deriva a pesar de que consigue meter elementos nuevos, no consigue en ningún momento la atmósfera de la película de Nakata. Ni siquiera hay sustos. 


La falta de suspense condiciona una dirección del español de F. Javier Gutiérrez que hace lo que puede para salvar la papeleta con una realización elegante y estilosa que, sin embargo, se ve entorpecida con unas interpretaciones incapaces de dar algo de carisma a sus personajes. Sobrecargada de diálogos que no sirven para nada, "Rings" sí tiene un comienzo interesante en un avión (ya os podéis imaginar cómo acaba la cosa) pero pronto comienza a abrir argumentos que no cierra y a introducir personajes de los que nada más sabremos. Una lástima, pues hasta ahora, con sus pros y contras, era una saga más que interesante.


"Rings" (2017). Dirección: F. Javier Gutiérrez.

jueves, 27 de abril de 2017

"Contratiempo" de Oriol Paulo.

"Contratiempo" comienza con unos planos aéreos de Barcelona donde resalta el color gris de la ciudad y los edificios. Gris también es su argumento. Muy gris, ya que nos encontramos con personajes de dudosa moralidad bastante sombríos. El retrato de estos individuos parece ser la especialidad de Oriol Paulo y Lara Sendim, guionistas de cinta (Paulo también dirige), que repiten equipo tras el éxito logrado con "El cuerpo", con la que esta nueva producción tiene mucho en común además de tener a un accidente de coche como desencadenante terrible de los hechos. A los escritores les interesan sujetos con pasados algo oscuros y con secretos por revelar (que, por supuesto, saldrán a la luz), de clase alta y ostentosa, arribistas y con pretensiones ocultas. En esta ocasión, Mario Casas interpreta con gran empeño a Adrián Doria, un joven empresario de éxito, que despierta, después de haber sido violentamente golpeado, en la habitación de un lujoso hotel junto al cadáver de su amante. Tras ser acusado de asesinato, contrata los servicios de la mejor preparadora de testigos del país. En el transcurso de una noche, consejera y cliente trabajarán para encontrar una duda razonable que le libre de la cárcel mientras Doria le explica los trágicos hechos que ocurrieron semanas antes del juicio donde nada es lo que parece (o sí). Un buen planteamiento que poco a poco se va transformando en un juego de espejos hasta llegar al desmadre absoluto pero sin rozar siquiera el caos narrativo a pesar de que pueda parecer poco creíble en algunos momentos. De hecho, el abuso es tal, que termina convenciéndonos por completo.


En otras manos este guión (con multitud de giros y vueltas de tuerca) hubiera sido un follón terrible pero Paulo y Sendim saben muy bien lo que hacen. Y lo que consiguen es imponente. "Contratiempo", al igual que lo era "El cuerpo" es un juego excesivo con una gran influencia del cine de Brian De Palma que desafía al espectador mostrando poco a poco pistas que deberá ir atando hasta llegar al golpe final. Oriol Paulo también es el escritor de "Secuestro" (2016), otro thriller tramposo, rocambolesco y con una gran revelación final que fue dirigido por Mar Targarona y de "Los ojos de Julia" (2010), dirigida por Guillem Morales (co-autor del guión) donde se atrevieron a coquetear con el giallo italiano. Todas ellas comparten un montaje dinámico y un excelente trabajo de escenografía. Y unos argumentos inverosímiles y complejos pero para nada confusos que caminan hacia un escalofriante final.


Oriol Pla, con una imaginación desbordante, huye de la moda actual de largometrajes de suspense repletos de realismo para ofrecernos un relato de venganza ultrasofisticado con un montaje que borda la perfección. Da igual si la historia en ocasiones nos puede parecer poco verosímil porque a los diez minutos nos atrapa totalmente y queremos saber qué ocurrió realmente en esa habitación de hotel.


"Contratiempo" (2017). Dirección: Oriol Paulo.

martes, 25 de abril de 2017

Miradas: "Let's scare Jessica to death" de John Hancock.

El sueño americano fue muy cuestionado tras el gran fracaso que supuso la dolorosa guerra de Vietnam. El desastre bélico, fuertemente traumático para la sociedad norteamericana, se tradujo en cifras escalofriantes: 58 mil muertos y más de 300 mil heridos, además de miles de soldados adictos a las drogas. El desengaño de participar en una guerra inmoral y duradera que aparentemente no afectaba para nada a la vida nacional inculcó en muchos soldados una tremenda ansiedad de huir de la indecente realidad de Vietnam a través las drogas. A finales de los años sesenta y principios de los setenta, el consumo de drogas en algunas unidades norteamericanas en Vietnam adquirió proporciones casi epidémicas donde la heroína era la preferida. En un informe elaborado por el Pentágono en 1973 se estimaba que el 35% de todos los hombres alistados en el ejército que militaron en Vietnam habían probado la heroína y que el 20% se convirtieron en adictos en algún momento de su misión. Un panorama asolador y catastrófico.


Los estadounidenses presenciaban con frustración como su presente esteba calado de sangre y su futuro se volvía muy hostil. Sin duda, fue todo un mazazo para la sociedad. La forma de vida basada en el capitalismo era, sin duda, un ideal discutible que sembraba dudas en cuanto a estamentos como la familia, el trabajo o el amor. Las cicatrices tanto físicas como morales del conflicto marcaron a la nación y se vieron también reflejadas en el cine. El terror también se vio impregnado de esta hostilidad que traumatizó al estado y una buena muestra de ello es “Let’s scare Jessica to death”, drama sobrenatural muy intimista y de bajo presupuesto donde una mujer se aproxima a la locura frente a un mundo totalmente desfavorable para ella.


“Sueños o pesadillas. Realidad o locura. Ya no puedo distinguir cuál es cuál”. Así comienza “Let’s scare Jessica to death” donde Jessica (Zohra Lampert), una enfermiza mujer recientemente recuperada de una crisis nerviosa, que, junto con su marido con su marido (Barton Heyman) y un amigo de la familia (Kevin O'Conner) renuncian a la ajetreada vida de Nueva York y se trasladan a una vieja mansión en un apartado pueblo de Connecticut la cual piensan arreglar. Una huida de la cruda realidad del capitalismo, antes mencionada, en la que la población americana estaba terriblemente sumergida. En su primera noche se encuentran con Emily (Mariclare Costello), una joven hippie que ha ocupado la vivienda y finalmente se queda con ellos por un tiempo. Toda la cinta está empapada de un halo de tristeza. Sus protagonistas son bohemios que huyen de la gran ciudad conduciendo un coche fúnebre en el que está pintado el símbolo de la paz. Intentan ser felices viviendo lejos de la metrópoli pero lo que se encontrarán no será precisamente luminoso. Ya de entrada, los locales (todos ellos ancianos algo tétricos) los reciben de una manera algo provocadora. 


Estos habitantes del pueblo mantienen una postura inquietante e incluso algo amenazadora y desafiante ante los nuevos vecinos. Esto no ayuda nada a Jessica, que traslada sus obsesiones a su nuevo ambiente y poco a poco iniciará un nuevo descenso a la locura. A partir de aquí las interpretaciones que cada uno quiera sacar de la cinta son abiertas ya que cuestionamos lo que vemos. Sin duda el ámbito psicodélico está presente y toda esa atmósfera malsana de la época impregna la película de un modo extraordinario. La subjetividad herida de la protagonista, ofuscada por la muerte, refleja esa aflicción de la época. Jessica recorre cementerios, dibuja en las lápidas de manera reiterativa bordando la obsesión demostrando su frágil espíritu y su fragilidad mental y a la vez controlando su cordura. Viajamos al fondo de la mente humana de la mano de la heroína. Entiéndase heroína como la actriz principal, no la droga, aunque también podría ser y es que este largometraje es fruto sin duda de su contexto histórico. La presencia de la bandera americana simboliza la melancolía de la época y no es si no otro mensaje para que tengamos muy claro cuándo y en qué circunstancias se ha filmado. Y los habitantes del pueblo reflejan a la perfección el carácter escéptico republicano ante los desconocidos.


Gran retrato de la inestabilidad mental y el desasosiego, desde el cine de género pero con una perspectiva muy madura y sin juzgar. A ello contribuye la formidable interpretación de Zohra Lampert, que retrata a la perfección a una mujer extremadamente sensible y llena de vida que ve como su cordura corre peligro y que en todo momento consigue que nos olvidemos de las carencias técnicas del film. El final, sobre todo, despunta la falta de recursos, pero está bien resuelto logrando una enorme estado pesadillesco. No deja de ser un relato gótico de terror psicológico con localizaciones siniestras, incluso noir mezclado con melodrama de exploración de la generación hippie pero con un toque psicodélico sin llegar al surrealismo con algo de influencias de "Vampyr" (1932) de Carl Theodor Dreyer. A veces el cine de terror produce pequeños tesoros. Este es uno de ellos.


"Let's scare Jessica to death" (1971). Dirección: John Hancock.

jueves, 13 de abril de 2017

"El guardián invisible" de Fernando González Molina.

El cine español de género ha encontrado en el thriller un lugar donde sentirse cómodo y nos ha ofrecido productos bastante interesantes. No es el caso de la película que nos ocupa, que parece un manual de todo lo que no se debe hacer en una obra de suspense, aunque no se puede catalogar de esa manera a "El guardián invisible", ya que suspense no hay por ningún lado.



Con un material a priori interesante, como es la novela de Dolores Redondo, da la sensación que se podrían haber hecho mucho mejor las cosas. El reparto está muy cuidado, pero sus interpretaciones se encuentran muy lejos de acertar el tono que requiere la película. Cabe destacar la esforzada actuación de Elvira Mínguez, una de las grandes secundarias de nuestro cine que, sin embargo, tropieza en sus diálogos con Marta Etura, una protagonista que parece incapaz de encontrar los matices que requieren su papel. La unidimensionalidad de los personajes limita la emoción.


La dirección y la fotografía van a lo seguro sin arriesgar absolutamente nada. Planos aéreos de la carretera mientras el coche policial investiga, larguísimos puentes, flashbacks convencionales... El montaje resulta en ocasiones confuso y cuesta descifrar las elipsis temporales e incluso espaciales. Muy lejos de "Memories of murder" (2003) de Bong Joon-ho o "Zodiac" (2007) de David Fincher que cuentan con guiones similares (la búsqueda de un asesino en serie). Lejos no, lejísimos. Es, precisamente, el estilo tan soso del filme lo que provoca el aburrimiento en una trama que debería ser cada vez más desasosegante, más interesante, hasta desembocar en una resolución asfixiante. Nada de eso ocurre.


"El guardián invisible" (2017). Dirección: Fernando González Molina.

lunes, 3 de abril de 2017

"Beware the Slenderman" de Irene Taylor Brodsky.

El 31 de mayo de 2014, en Wisconsin (Estados Unidos), dos chiquillas de 12 años apuñalaron en repetidas ocasiones a una amiga a la que habían acompañado hasta el bosque. Repetidas ocasiones son nada más y nada menos que 19 veces. Esta compañera, de su misma edad, fue acuchillada supuestamente porque las niñas querían declarar su entrega al personaje de fantasía Slender Man, una celebridad del terror en Internet a la que debían honrar realizando un acto extremo. Mientras eran interrogadas, las crías manifestaron que descubrieron al personaje en Creepypasta, una página web donde se alojan relatos fantásticos, incluyendo muchos de terror. Por si esto no fuera suficiente a los pocos días, en otro suceso en Ohio, otra niña obsesionada con el villano de ficción apuñaló brutalmente a su madre. La mujer afirmó que su hija se encontraba tranquilamente esperándola en la cocina y traía puesta una máscara blanca, una capucha y tenía las manos cubiertas con las mangas de su ropa. Grotescos intentos de asesinato para impresionar a alguien que no existe. Tremendo.


Slender Man, es "una criatura mítica a menudo representada como una figura alta y delgada que usa un traje negro y tiene la cara en blanco" que "puede estirar o acortar sus brazos a su antojo y tiene apéndices en forma de tentáculos que sobresalen de su espalda". Pero sus representaciones pueden tener diversas formas. Una manera de descubrir sus diferentes variaciones es a través del merchandising, ya que en el sitios web como Etsy (de venta de artesanías) podemos encontrar muñecos de peluche, pulseras y llaveros. Y en las redes sociales abundan las fotografías con disfraces de Slender Man. Incluso en YouTube existen numerosos vídeos protagonizados por la criatura. Toda una celebridad. De la ficción, claro. Porque no podemos pretender que este personaje exista en la vida real. Sin embargo, los medios no se había hecho eco del fenómeno hasta que estos salvajes ataques salieron a la luz. 

Slender Man puede que sea una de las últimas incorporaciones a las leyendas urbanas americanas, pero tal y como insinúan los expertos psiquiátricos, la lista de los seres ficticios que se aprovechan de los niños es larga. 


Los límites de la ¿peligrosa? influencia de Internet en las mentes jóvenes impresionables quedan en entredicho en el desgarrador documental de Irene Taylor Brodsky. Un trabajo que a pesar de sus virtudes descoloca en más de una ocasión al espectador. Comienza al más puro estilo de película de terror, como si se tratara de una cinta de "Blair Witch", mezclando imágenes de televisión relacionadas con los hechos del 31 de mayo de 2014 sobre los cuales se centra la cinta. Cabe resaltar que las niñas están siendo juzgadas como adultos y hasta el momento, los numerosos intentos de transferir su caso a un tribunal de menores no han tenido éxito. A pesar de que los cineastas no tenían acceso directo a las niñas involucrados, podemos visualizar imágenes de los interrogatorios policiales cuando fueron aprehendidas por primera vez. Estas grabaciones se alternan con los notables esfuerzos en mostrarnos todo sobre Slender Man y con los testimonios de los padres, aunque quizás intenta abarcar demasiado lo cual invita al despiste frecuentemente ya que no conseguimos centrarnos en cuál es el objetivo real del documental. Evidentemente, en las entrevistas a los padres averiguamos muchos datos que nos hacen cuestionar si realmente Internet es el culpable de todo. Pero las entrevistas por Skype a expertos resultan ser un mero relleno que solamente logra distraernos de la trama de las niñas. ¿Realmente es necesaria la intervención de psiquiatras para "poner en su sitio" los hechos?


"Beware the Slenderman" (2016). Dirección:  Irene Taylor Brodsky.

domingo, 12 de marzo de 2017

Miradas: "El fin de Sheila" de Herbert Ross.


El compositor de Broadway Stephen Sondheim consideraba que no estaba dotado para construir una buena narración dramática. La única historia original que hemos podido ver en la gran pantalla, coescrita por Sondheim y sin tratarse de una pieza teatral, pone en duda sus palabras ya que es exquisita. Junto con el actor Anthony Perkins colaboró en un guión para un largometraje que dirigió Herbert Ross, "El fin de Sheila", un misterio alrededor de un asesinato repleto de giros y vueltas de tuerca. Se trata de un "whodunit" entre un grupo de jugadores de Hollywood, interpretado por un reparto de estrellas y al más puro estilo de Agatha Christie. 





Un año después de que Sheila haya sido asesinada en un atropello y posterior fuga su esposo, un productor multimillonario (James Coburn), reúne a los seis amigos que fueron sus invitados esa trágica noche a pasar una semana en su gigantesco yate para jugar a un enigmático juego. El juego resulta ser demasiado real y parece que tiene como objetivo desenmascarar al asesino de Sheila. Pero también resultará demasiado mortal. Frente a la costa francesa, anuncia las reglas del juego, asignando un secreto a cada uno de los invitados que deberán descubrir, similar a la caza del tesoro. Cada huésped recibe una tarjeta con un secreto (un acto vergonzoso del pasado) que otro de los otros asistentes tiene. Una elaborada trampa para el culpable. 


Durante gran parte de su vida, Sondheim se había deleitado construyendo juegos de misterio para sus amigos sin más pretensiones que la diversión. "El fin de Sheila" es el traslado a la celuloide de su pasatiempo. En la escena donde el rico viudo explica las reglas del juego ni siquiera hay una introducción de los personajes. Demuestra que sus escritores están satisfechos del planteamiento y pretenden que nos demos cuenta del extraordinario relato que nos van a mostrar. A medida que avanza la trama todo el mundo empieza a sospechar de los demás. Todas las pistas para averiguar quién es el autor del atropello están a la vista y nosotros deberemos unir las piezas del rompecabezas que está perfectamente construido. Su primera parte tendrá como objetivo exponer a los sospechosos, aunque con una sorpresa tremenda que cambiará el rumbo de los acontecimientos. Y ya en la parte final asistiremos a un auténtico recreo donde el juego del gato y el ratón está repleto de astutos giros.


El director de arte Tony Roman y el decorador John Jarvis fabrican un cofre repleto de minúsculos detalles y el diseñador de vestuario Joel Schumacher (sí) nos enseña quién de los personajes tiene posibles y quién fama y reputación fortaleciendo su descripción para que sepamos más sobre ellos. Herbert Ross dirige con un toque ligero, que bien funcionaría como obra teatral, este inteligente puzle diabólico donde en su comienzo, en el yate Sheila (el barco aparece en un fundido que une a Sheila muerta con el nombre del yate "Sheila"), podemos ver un juego del Cluedo que definirá a la cinta en su tratamiento.



  "El fin de Sheila" (1973). Dirección: Herbert Ross.