miércoles, 31 de agosto de 2016

Miradas: "Martyrs" de Pascal Laugier.

En Francia, a comienzos de 1970, Lucie (Myrlène Jampanöi), una niña desaparecida, es vista mientras camina por una carretera. Se encuentra en estado catatónico y es incapaz de contar nada de lo que le ha sucedido. La policía no tardará en hallar el lugar donde ha estado prisionera: un zulo en un antiguo matadero. De allí la trasladan a un centro de menores, donde solamente se comunica con otra niña y donde tiene unas traumáticas pesadillas. Quince años después, la misma niña entra en casa de una familia y mata a todos los miembros. Se carga en este comienzo demoledor a una familia entera incluidos el hijo (Xavier Dolan) y la hija adolescentes y el espectador se cuestiona porqué ha hecho semejante salvajada. ¿Qué le pasó en el zulo que le lleva a cometer esa atrocidad con una familia aparentemente ejemplar?


Tras la irregular "El internado" (2004), el director francés Pascal Laugier nos regaló a los amantes del cine de género una de las mejores obras de la década pasada que dejó con la boca abierta a todo el mundo. Salvaje y brutalmente violenta. Forma parte del "cine de la crueldad francés", que tantas expectativas tuvo pero que finalmente quedó en poco aunque brindó una serie de obras maestras como son "Alta tensión" (2004) de Alexandre Aja, "Frontière(s)" (2008) de Xavier Gens o el tremendo largometraje de Alexandre Bustillo y Julien Maury "À l'intérieur (Inside)" (2007) no recomendado para embarazadas en las semanas previas a dar a luz. Ninguna de ellas decepciona.





"Martyrs" fue proyectada por primera vez durante el Festival de Cine de Cannes en el año 2008 y ya causó una tremenda polémica. Hubo quien vomitó debido a la crueldad de las imágenes. También hubo naúseas, mareos y múltiples abandonos de sala. "Quería que el espectador perdiera la moralidad", afirmó Laugier. Pero suscitó tanto división de opiniones enfrentadas como aplausos. Tras el precedente de Cannes, en las proyecciones durante festival de Sitges, se comentó que la organización dispuso de los servicios de primeros auxilios de una ambulancia a las puertas de la sala de cine del Auditori en los pases que se exhibiría "Martyrs", y lo mismo para la sesión de de noche en el cine El Retiro. También que un espectador vomitó durante el pase matinal. 





Indicaba en la reseña de "El hijo de Saúl" que el debate estaba abierto sobre lo que se podía representar en el cine y lo que no. Pues bien, "Martyrs" lo enseña todo. Todo es absolutamente todo. Entre los comentarios de los afortunados que han visto la película (ni se estrenó en salas comerciales en nuestro país porque no consiguió distribución, ni está editada en dvd en España) hay perlas de todo tipo: desde "la película más desagradable que he visto nunca", "asquerosa", "carnaza explícita", "violencia sin excusas", hasta el polo opuesto con afirmaciones como "la mejor película de terror jamás hecha". Esto último es algo exagerado pero sí es una película necesaria para el género. Mucho. Sobre lo primero hay quien acusa a esta maravilla de ser simplemente una sucesión de escenas de violencia sin excusas. No lo es. Existe mucho más detrás. 


Otro aspecto a tener en cuenta es que nos encontramos ante una obra de ficción. Con un prologando tiempo en pantalla de hiperviolencia física, eso sí. Sin embargo, hay muchos estudios sobre la representación de la violencia en el cine de ficción, si se puede mostrar la violencia como un espectáculo cruel o hay algún argumento que lo justifique. Para ello hay que empezar por entender lo que significa la estética del cine como un conjunto de estrategias audiovisuales que pretenden provocar algún tipo de efecto en los espectadores, más concretamente en su sensibilidad. Y repito, se trata de ficción. Hay muchas teorías que estudian el influjo de la violencia proyectada en las pantallas sobre las personas y sus comportamientos según diferentes factores. Pero lo realmente estremecedor es la violencia que encontramos en otros medios de comunicación. Es obvio que los medios de comunicación, destacando la televisión, son instrumentos fascinados por la violencia, si nos paramos a observar la evolución del uso de las imágenes y los temas que éstos han ido tratando desde el comienzo de su implantación masiva. Jean-Luc Godard introdujo al comienzo de la película Pierrot el loco la frase: “el cine es como un campo de batalla. Amor, furia, acción, violencia, muerte. En una palabra, emoción”. 

No obstante, en el terreno artístico, este tipo de cine ha sufrido la censura por parte de la clase intelectual desde los años setenta. Esa misma clase que abrazó a "La naranja mecánica" (1962) de Stanley Kubrick con los brazos bien abiertos.

Violencia y venganza. La pasión por la venganza está presente en gran parte de la filmografía de autores como Robert Aldrich, Sam Peckinpah, Francis Ford Coppola, Marin Scorsese o Quentin Tarantino. Los realizadores utilizan diferentes tipos de violencia según la trama y el tono de la película. Hay muchas películas tratan sobre la venganza pero "Martyrs" muy especial.


La dureza emocional de "Martyrs" es evidente, por supuesto. Ni comparación con los ocho o nueve minutos de violación en "Irreversible" (2002) de Gaspar Noé. No obstante nos encontramos ante una estética que lleva a la belleza de la violencia (cinematográficamente hablando, claro) hasta extremos inconcebilbles, lo cual hace de ella un filme que o lo aceptas tal y como es o no. O te sumerges en la historia de Lucie y Anna (esa elipsis....¿qué les pasó durante todos esos años?) o no.

Pero...¿qué es "Martyrs" exactamente? ¿Es "Martyrs" una película sobre la venganza? La clave del filme la explica el propio realizador ya que "es una película que se pregunta por lo que queda después de la violencia". El título de la misma es bastante esclarecedor. Es mejor no saber nada más sobre ella y atreverse a sumergirse en su magnificencia enfermiza. Y cuando crean que ya no son capaces de visionar más atrocidades prepárense para la traca final. La clave la encontramos en la última secuencia, donde todo tiene sentido. Encima invita a la reflexión y entra en juego la metafísica. Ojo cómo nos mete Laugier ahí.  En un nuevo terreno que cambia totalmente la percepción de la cinta y que sumerge al espectador hábil en un estado donde todo se explica (me refiero al argumento ficticio, evidentemente, no piensen que estoy haciendo apología de la violencia real pues la detesto). Impecable. Ahí está su sublimidad. ¿Podemos hablar de perfección y divinidad en una película calificada por algunos como torture-porn? Sí. 

Bien es cierto que estamos ante un título con violencia malsana y bastante cruda, y que tiene escenas de tortura en ocasiones insoportables para un espectador no acostumbrado al cine de terror. También es cierto que posee escenas cruelmente sangrientas y bastante desagradables al más puro estilo italiano de los setenta (ese color rojo que se apodera de la pantalla, esa coreografía de la violencia), pero esta propuesta está muy lejos de ser la obra atroz que muchas voces han dictaminado.  

La película contiene en su primera parte (adrenalínica como pocas) una delicadeza en los efectos de sonido que pocas veces se ha visto en el cine de género, acostumbrado a abusar de ruidos para estremecer cuando las imágenes dicen poco. Aquí el sonido es contenido y discreto pero preciso para lograr el efecto que pretende. A partir de la segunda mitad desaparecen los diálogos y no hay música ni efectos sonoros, y la filmación se vuelve austera, el ritmo se va evaporando, lo cual produce un efecto tremendo en el espectador que siente como si cada golpe estuviera proyectado en su cuerpo. Sentimos cada detalle.

La protagonistas están asombrosas en su interpretación. El guión contiene una libertad narrativa total. El maquillaje es impecable. La fotografía es exquisita. Absolutamente todo es brillante. Su factura técnica es extraordinaria.

A nivel personal tengo que admitir que la escena más terrorífica no fue ninguna de acción, sino una de las fotografías que se muestran al comienzo de la segunda parte. Una imagen difícil de borrar de la memoria.


Laugier tampoco oculta las influencias del filósofo y sociólogo Michel Foucault. Por parte del director nos preguntamos: ¿provocación pura y dura o cine valiente y diferente? Yo me quedo con lo último. Con "Martyrs" no puedo pararme a buscar ese defecto que muchos críticos pretenden encontrar para desacreditar una obra maestra. Aquí no hay ninguno. No hay ningún detalle, nada que sobre. Y ninguna película de terror posterior ha podido superarla. Es una película atrevida que marca. Que se mantiene en nuestro recuerdo durante mucho tiempo y no deja indiferente a nadie. Hay que dejarse de debates éticos y morales sobre lo que se debe enseñar y lo que no. Esto es cine. Y no estamos ante una película sin sentimientos a pesar de su dureza. Sentimientos duros, eso sí, pero sentimientos al fin y al cabo. ¿Qué más da? Es cine. Ficción. 

"Martyrs" ganó en 2008 el premio Méliès d'Or, que se otorga a la mejor película europea de género fantástico en el festival de Sitges. Merecidísimo. Recientemente ha sido objeto de un remake americano que ni me atrevo a ver porque ninguna versión podrá superarla. Jamás.


"Martyrs" (2008). Dirección: Laugier.

jueves, 25 de agosto de 2016

"Green room" de Jeremy Saulnier.

Anton Yelchin, nacido en San Petersburgo (Rusia), conocido por sus papeles en el reboot de la saga "Star Trek" y en "Alpha Dog" (2006) de Nick Cassavetes y una de las grandes jóvenes promesas de Hollywood, murió el pasado junio en un extraño accidente cuando fue atropellado por su propio coche en la entrada de su domicilio con tan solo veintisiete años. La noticia conmovió a la industria por el cariño que se había ganado el joven actor.


Este verano hemos disfrutado de una de sus últimas interpretaciones en "Green room", la tercera cinta dirigida por Jeremy Saulnier tras la aplaudida y premiada "Blue ruin" (2013). En ella, Yelchin interpreta a un miembro de una banda de punk (The Ain't Rights) que, tras presenciar junto con el resto de su grupo un misterioso asesinato de una chica en un bar, todos ellos son encerrados en una habitación del peculiar local por los autores del homicidio: unos neonazis bastante chungos y turbios que reivindican la supremacía blanca. El letal líder de la aterradora pandilla es el dueño del bar (un perverso Patrick Stewart), un cabecilla que bajo ningún pretexto quiere dejar testigos de lo sucedido y mantener en secreto la matanza, por lo que el futuro del grupo de punk corre bastante peligro.





A partir de aquí la película se transforma en un intenso y aterrador survival y en un thriller de asedio, repleto de inventivos giros, donde todo el elenco protagonista está realmente brillante (desde el grupo musical a todos los cabezas rapadas de los bosques de Oregón, donde se desarrolla la trama) y confirma a Saulnier como uno de los directores de género más interesantes de la actualidad, esta vez en un largometraje muy diferente a su anterior "Blue ruin" (una espectacular y también muy recomendable cinta de venganza). 



Destaca lo rápido que el espectador se pone debajo de la piel de las presas de los skinheads, estos últimos repletos de perros de caza, escopetas y machetes, por lo bien definidos que están los personajes y el carisma de todos los actores. Esto es raro de ver en un survival actual donde las interpretaciones parecen trasladarse a segundo plano. 


A pesar de contar con un argumento grindhouse que sonará a serie b totalmente, "Green room" está dirigida impecablemente y de la mejor manera posible con una maestría tremenda por un realizador que es un gran maestro de la manipulación narrativa. Aquí demuestra también controlar en todo momento el sentido de la claustrofobia y la desesperación.

Muy intensa, emocional, entretenida y con un ritmo vibrante donde no falta el humor negro, "Green room" es una obra deliciosamente feroz y una de las mejores cintas de la temporada.


"Green room" (2015). Dirección: Jeremy Saulnier.

martes, 16 de agosto de 2016

Miradas: "Le papier ne peut pas envelopper la braise" de Rithy Panh.

"Le papier ne peut pas envelopper la braise" (El papel no puede envolver las brasas) es una película franco-camboyana dirigida por Rithy Panh, del año 2007, que pudimos ver recientemente en nuestro país en la retrospectiva que Cinema Jove dedicó al realizador. 



La película nos acerca a la vida (y a la muerte espiritual) de una prostituta. La última decadencia social termina con la injusticia irreparable de un proceso irreversible como es la destrucción de un cuerpo. El signo más evidente de la fractura social en un país que sufrió décadas de guerra es el modo en el que se explota económica y políticamente el cuerpo de la gente desprovista. 

Se trata de un documental sobre la vida de las trabajadoras del sexo de Phnom Penh, que viven en el "edificio blanco". El largometraje muestra no solamente las dificultades de la vida de estas mujeres, sino también sus preguntas y su día a día. Duro. Muy duro pero necesario para que el espectador conozca la realidad de una sociedad. Phnom Penh es la capital de Camboya , que se encuentra en la mitad sur del país, en la confluencia del Tonle Sap y Mekong. Un millón quinientos mil residentes de Phnom Penh viven en 290 kilómetros cuadrados.



Una historia llena de tristeza. La vida de estas mujeres, algunas de ellas muy jóvenes (tienen entre catorce y cuarenta años pero todas parecen adolescentes), está atrapada en un espacio sin ningún tipo de esperanza. Vendidas por su madre a una madame, no conocen otro tipo de existencia desde su pubertad. Algunas están casadas con maridos que las maltratan, otras consumen droga a diario para hacerles olvidar su extrema situación, lloran, cuestionan sus valores y hay quien solamente desea morir. Los clientes las someten a tremendos abusos, tienen que recurrir a abortos y la presencia del SIDA, así como otras enfermedades de transmisión sexual, es desoladora dentro de su miseria. Estas mujeres saben perfectamente lo que es el infierno: su vida.

Rithy Panh firma un documental muy serio y brutalmente subjetivo, con una apariencia muy cuidada a la vez que sobrecogedora. Necesario para concienciar a todo el mundo tanto sobre los prejuicios culturales ante países tercermundistas y para observar como ciertos gobiernos y sus responsables hacen la vista gorda ante las precarias condiciones laborales de estas trabajadoras del sexo y el espíritu de sacrificio que diariamente afrontan multitud de mujeres residentes en esta ex-colonia francesa simplemente para poder sobrevivir.


"Le papier ne peut pas envelopper la braise" (2007). Dirección: Rithy Panh.

viernes, 12 de agosto de 2016

"Spotlight" de Thomas McCarthy.

"Spotlight" es una película correcta. Más que correcta. Es sencilla pero tiene un ritmo muy acertado y una buena dirección. Nada arriesgada, eso sí. No vamos a encontrar aquí ningún plano que se salga de las normas. Yo la definiría como una película "académica". Quizás por eso ganó el Óscar.


Lo más curioso y reseñable es que las mejores interpretaciones no las realizan los protagonistas, aunque no haya realmente un protagonista destacado ya que es un largometraje coral, sino los testimonios a los que entrevistan. 


Rachel McAdams no es una actriz con muchos registros. La cosa no da para más. Encontramos en ella las mismas expresiones que en su personaje de la desastrosa segunda temporada de "True detective" (¿qué se tomarían los responsables de casting de esa serie mientras trabajaban?) que no se parece en nada al de aquí. Al igual que Mark Ruffalo y Liev Schreiber que siempre se quedan justitos. John Slattery, el peor de todos en su trabajo, resulta totalmente anodino y la presencia de Brian d'Arcy James es insignificante en la trama. Michael Keaton le pone empeño, pero le falta mucho mucho carisma a su personaje. Bueno, sinceramente creo que ninguno tiene carisma. Sin embargo Stanley Tucci está realmente brillante. Pero esto no es ninguna novedad. ¿Cuándo Stanley Tucci no está brillante? 

Los testimonios a los que entrevista el equipo de Spotlight son los que salvan la papeleta robando planos a los periodistas de una manera contundente. 


En "Spotlight" un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó en el año 2002 los brutales escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets. La publicación de estas barbaridades, que la archidiócesis de Boston por supuesto intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución. Aunque luego las cosas han seguido como han seguido, esto fue un hito periodístico.


A pesar de que estos hechos (desgraciadamente) fueron reales, la película no se centra en la pederastia sino en el proceso de investigación de los propios hechos. Y lo hace gracias a un guión muy sólido. Uno de los entrevistados retrata verbalmente en menos de un minuto cómo funcionan los abusos físicos y espirituales de la Iglesia Católica. Es tan contundente esta escena que no necesitamos ninguna imagen que la complemente. Es de agradecer que el guión no sea nada enrevesado. Es decir, en ningún momento vas a perderte dentro de la investigación. Y va al grano. Prácticamente no sabemos nada de las vidas personales de los protagonistas al margen de su trabajo periodístico. Poco importa, por otro lado.

Como he dicho anteriormente tiene mucho ritmo. La banda sonora de Howard Shore, en un trabajo muy distinto al que nos tiene acostumbrados, ayuda mucho. En las escenas donde los periodistas buscan entre los archivos el tratamiento de la música es soberbio.


El espíritu de las películas americanas de los años setenta está muy presente, especialmente "Todos los hombres del presidente" (1976) de Alan J. Pakula, cinta que todo el mundo debería ver por lo menos una vez en su vida.

También hay que destacar la visión que el director nos da de una ciudad llena de vida. Boston está muy bien retratada. Vemos a su gente, sus calles, sus edificios. Thomas McCarthy no es Jonathan Demme ni parece que lo pretenda, pero logra conseguir que la ciudad sea un personaje más de la trama.


Estamos pues, ante una propuesta interesante. Mejorable, eso sí, pero muy atrayente y sugestiva desde el primer momento.




"Spotlight" (2015). Dirección: Thomas McCarthy.

domingo, 7 de agosto de 2016

Miradas: "La corta noche de las muñecas de cristal" de Aldo Lado.

1971 fue un año clave en el giallo ya que en él se estrenaron algunas de las películas claves de este subgénero. Es decir, "Bahía de sangre" de Mario Bava, "El gato de las 9 colas" y "4 moscas sobre terciopelo gris" de Dario Argento, "La bestia mata a sangre fría" de Fernando di Leo, "La cola del escorpión" y "La perversa señora Ward" de Sergio Martino, "El día negro" de Luigi Bazzoni, "La iguana de la lengua de fuego" de Riccardo Freda, "Una lagartija con piel de mujer" de Lucio Fulci, "Una mariposa con las alas ensangrentadas" de Duccio Tessari, "La muerte camina con tacón alto" de Luciano Ercoli, "La noche que Evelyn salio de la tumba" de Emilio Miraglia, "El ojo del laberinto" de Mario Caiano o "La tarántula del vientre negro" de Paolo Cavara entre otras. Casi nada. Los gustos personales de cada uno son muy respetables pero aquí encontramos piezas indispensables dentro del cine de terror italiano. Sin lugar a dudas sin todas estas películas el giallo no hubiera sido lo que fue. La calidad de todas ellas es incuestionable. Y ojo a los nombres de los realizadores. ¿Falta alguno? Alguno sí, pero bravo 1971.


Dentro de este contexto nos encontramos con "La corta noche de las muñecas de cristal" de Aldo Lado que hace que sea una obra muy especial y diferente a las demás. ¿Por qué? Empecemos por su argumento: el cuerpo sin pulso del reportero nortamericano Gregory Moore es encontrado en una plaza de Praga y llevado a la morgue local. Pero el espíritu de Moore está vivo, atrapado dentro de su cuerpo muerto y desesperadamente recordando la desaparición de su hermosa novia, que está relacionada con una terrorífica conspiración de depravación. ¿Puede un reportero sin signos visibles de vida resolver este perverso puzle antes de su última existencia?


Es el reportero en coma, un magnífico Jean Sorel, quien debe reconstruir los hechos desde nada más y nada menos que su habitáculo en la morgue. A partir de aquí recuerda las últimas horas hasta el momento en el que un barrendero descubre lo que parece un cadáver. En ese instante visionamos una escena bastante impactante donde un hombre sin piernas se acerca y de aquí pasamos a la sugerente y tenebrosa música de Ennio Morricone que  acompaña a Jean Sorel en la ambulancia hacia el hospital en unos créditos magníficos.

Las referencias que encontramos en "La corta noche de las muñecas de cristal" de Aldo Lado son innumerables y muy sugerentes. El comienzo nos lleva, indudablemente, a “El crepúsculo de los dioses” (1950) de Billy Wilder donde un fallecido por asesinato es quien recuerda toda la historia y cómo terminó con un tiro flotando en la piscina.


También a "Con las horas contadas" (también de 1950) de Rudolph Maté, clásico de la serie-b que ha servido de inspiración en innumerables ocasiones, el que el que un hombre, envenenado por una sustancia letal, intentaba localizar a sus asesinos durante el corto periodo de tiempo en el que veneno hacía su efecto. En el filme de Lado también el protagonista debe trabajar contrarreloj pero con la circunstancia de que debe hacerlo desnudo y e inmóvil dentro de la morgue, tan solo valiéndose de los recuerdos y su memoria. 

La conclusión del filme, que aquí no vamos a desvelar, nos lleva a lados oscuros que han desarrollado directores como David Lynch, Stanley Kubrick o Roman Polanski. Podríamos citar alguna de sus películas pero eso nos llevaría a desvelar el final de la trama, muy sorprendente. Y por supuesto que aquí no lo vamos a hacer.


Cabe destacar también las interpretaciones femeninas de Ingrid Tullin y Barbara Bach. Ambas están fenomenales en sus papeles.

Así pues, es un giallo "diferente", muy bien rodado y con una atmósfera claustrofóbica en una Praga de la que Aldo Lado saca mucho partido, y que no defraudará a los aficionados al subgénero. Hay que disfrutar obligatoriamente de la película en versión original (Regia Films la ha editado  en dvd recientemente dentro de su colección Cinema Giallo) para ser conscientes del gran trabajo, también vocal, de Jean Sorel.



"La corta noche de las muñecas de cristal" (1971). Dirección: Aldo Lado.

miércoles, 3 de agosto de 2016

"Goodnight Mommy" de Veronika Franz y Severin Fiala.

En pleno verano, dos hermanos gemelos idénticos y preadolescentes esperan pacientemente la llegada de su madre, quien aparece vendada de la cara como si se hubiera hecho una cirugía plástica total, aunque exactamente nunca especifica claramente la naturaleza de la operación. Esta regresa con la cara totalmente vendada y mostrándose fría con sus hijos, distante y muy, pero que muy obsesiva. 

La madre, una rubia presentadora de televisión de repente carece de toda ternura y exige silencio absoluto y llega a retirarle la palabra a uno de los hermanos. No hay rastro de esa mujer que les cantaba con dulzura antes de la operación. 



Mientras espían por las esquinas su rostro esquelético, los gemelos se cuestionan tras el cambio de personalidad si esta señora es realmente su madre o bien se trata de una impostora. Todo parece llevarles a la conclusión de lo segundo, por lo que intentarán averiguar el paradero de su verdadera madre. 

La película cuestiona la confianza dentro de la familia así como la propia identidad y la doble moral. Es una cinta de horror psicológico pero la controversia está abierta pues trata un tema complicado como es el de la franqueza y la cordialidad entre miembros familiares cercanos. El horror cotidiano en ocasiones es más profundo de lo que parece.

"Goodnight Mommy", una película de terror con una violencia muy pausada, supone el debut de los directores Veronika Franz y Severin Fiala. Franz fue periodista cinematográfica y también ha trabajado como ayudante de dirección. Es la coguionista habitual de su marido Ulrich Seidl (uno de los grandes cineastas europeos quien también produce la cinta). Fiala ha dirigido diversos cortos. Ambos realizadores austriacos, codirigieron el documental "Kern" (2012). En el reparto tenemos a Susanne Wuest y lo hermanos gemelos Lukas Schwarz y Elias Schwarz. Curiosamente, los niños utilizan emplean sus mismos nombres en el filme. Una anécdota algo retorcida pero graciosa.



En el pase de Venecia de la película hubo espectadores que se marearon. Estas cosas siempre me resultan chistosas... ¿la gente no se informa de lo que va a ver? Aunque es cierto que el trailer no desvela ciertos acontecimientos y giros que nos llevan a una gran obra del cine de terror que si cito aquí cago la película a todo el mundo (aunque el espectador forjado en la materia averiguará a los pocos minutos el kit de la cuestión), que hábilmente no se muestran en el trailer, que, por cierto, es ya de por sí bastante sugestivo.



Sus directores citan como referencias a cineastas como Michael Haneke (en ocasiones es heredera de "Funny games"), Georges Franju y Takashi Miike para que nos hagamos una idea de por dónde van a ir los tiros. También sería conveniente citar la influencia de "Canino" (2009) de Yorgos Lanthimos e incluso la de Terrence Malick en las escapadas de los niños por los alrededores de la vivienda.Por supuesto, por momentos nos recuerda también al mejor Cronenberg, el de "la nueva carne".



Partiendo de una ejemplar economía de recursos esta propuesta es una magnífica muestra de cine de terror de autor. Su elegante fotografía, sus increíbles y potentes interpretaciones, su penetrante sonido, su minuciosa puesta en escena, hacen que sea una obra digna de visionar para todo aquel devoto del cine de terror. Y si alguien que no lo sea se atreve pues también, claro que sí. Eso sí, no hay que olvidar que estamos ante la escuela austriaca de género y tenemos que estar preparados para un sadismo sobrecogedor y muy retorcido.



"Goodnight Mommy" (2014). Dirección: Veronika Franz y Severin Fiala.