miércoles, 15 de febrero de 2017

"Seoul station" de Yeon Sang-ho.

"Train to Busan" ha resultado ser una de las sensaciones cinematográficas de la temporada. En unas fechas en las que nos invaden las producciones destinadas a luchar por premios que cada vez son menos arriesgados, se agradece que A Contracorriente Films haya apostado por una propuesta de género tan rotunda como la de los zombis surcoreanos. Yeon Sang-ho también es el responsable de su precuela, totalmente independiente, una propuesta de cine de animación teniendo en cuenta la buena acogida de sus anteriores largometrajes. Y "Seoul station" tiene mucho en común con ellos al margen de la animación, pues es similar en tono y estilo a "The King of Pigs" (2011) y "The Fake" (2013). Una historia original que se puede visionar de manera independiente, con personajes muy sugestivos y muy digna a pesar de que la calidad de la animación es muy diferente a la de la japonesa de la que estamos tan acostumbrados, en cuanto a su minuciosidad sobre todo. Pero es muy elegante en su precisión, llena de realismo y el resultado final es una película disfrutable y emocionante, a la vez que mucho más sencilla de realizar en el caso de que se hubiera optado por imagen real en vez de animación si la comparamos con "Train to Busan", lo cual hace que su mérito sea aún mayor. 


Aunque, por supuesto, tratándose de Yeon Sang-ho hay mucho más allá en el metraje que zombis ansiosos de atacar pues el retrato social que realiza es mucho más estremecedor que los muertos vivientes. El panorama de los vivos es tremendo y los presenta como seres más espeluznantes y terribles que los retornados.

 La historia tiene lugar durante una noche. Un anciano, está enfermo y salpicado de sangre. Su hermano mentalmente incapacitado pide ayuda. La policía, los médicos y los farmacéuticos lo ven como una molestia. La muerte de un desamparado no significa nada para ellos. Si en sus anteriores filmes de animación intimidaba y cuestionaba el sistema educativo y las instituciones religiosas, aquí Sang-ho arremete duramente contra el clasismo, la desigualdad social, el desprecio por los empobrecidos, la misoginia y el ejército. 


El enfermizo octogenario resultará ser el paciente cero de la epidemia zombi. El laberinto de calles y estaciones subterráneas se convierte en un refugio para quienes tratan de escapar de la plaga que se propaga a toda velocidad. No hay verdaderos héroes o villanos, sólo gente desesperada tratando de sobrevivir en una ciudad que no les va a ayudar. Los protagonistas de la historia son una exprostituta, alguien cuya situación hubiera pasado igualmente desapercibida para las masas, su novio que la obliga a prostituirse y su padre. Pesimista ante la naturaleza humana y con una marcada falta de fe en los seres humanos, el realizador surcoreano les hace cruzar la metrópoli durante una noche caótica en busca de una salvación difícil. El virus se expande y las posibilidades de supervivencia son cada vez menores. nada nuevo que no hayamos visto cientos de veces en las películas de zombis, aunque la clarísima crítica de una sociedad más podrida que esos seres es lo que hace que este largometraje brille, porque el análisis es aplastante. Una vez más los humanos superan en maldad a los seres fantásticos (alerta con el inesperado giro final). Aterradora y con una puesta en escena efectiva, "Seoul station" hace una gran entrada en la historia del cine zombi, al igual que lo ha hecho "Train to Busan". 


"Seoul station" (2016). Dirección: Yeon Sang-ho.

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