viernes, 11 de noviembre de 2016

Miradas: "El pan y la calle" de Abbas Kiarostami.

Un niño regresa a casa contento y tranquilo después comprar el pan en un día soleado en lo que bien podría ser un suburbio de Teherán. Juega dando patadas a una lata. Por el camino, aparece un perro callejero que comienza a ladrar impidiéndole el paso. El niño se asusta al encontrar al perro, aunque parece un chucho pacífico, e intenta buscar ayuda en los viandantes aunque sin éxito. Temeroso, el niño intenta seguir a un hombre mayor que parece llevar su misma ruta, pero repentinamente este toma otra dirección. Tendrá que arreglárselas para poder pasar y finalmente le lanza un trozo de pan al perro para calmarle y así poder volver a casa.

"El pan y la calle" es el primer cortometraje del director iraní, fallecido este año, Abbas Kiarostami. Se trata de un trabajo que nos remite al más primigenio estilo neorrealista. Rodado en blanco (como muchos de sus trabajos) y sin diálogos en el año 1970, al igual que hizo en su segundo cortometraje "El recreo" (1972). Con esta obra, el realizador de Teherán nos introduce directamente en su universo cinematográfico, donde observamos su búsqueda de un cine de realidades cercanas y simplistas, de una calidad grandiosa, y con la infancia y las costumbres como temas recurrentes en su filmografía.


Esta deliciosa película de Abbas Kiarostami que es poesía pura, de diez minutos de duración, fue una de las primeras producciones del Centro para el Desarrollo Intelectual de Niños y Adolescentes, también llamado Kanun. El guion del cortometraje fue escrito por el hermano del director, Taghi Kiarostami, y está basado en las experiencias de su niñez. 

El trabajo de sonido en "El pan y la calle" es digno de mención. La calidad de la edición de sonido es enorme. Y la música enfatiza en todo momento el elemento dramático de la narración. Escuchamos una curiosa versión instrumental de "Ob-La Di Ob-La Da" de los Beatles a cargo del saxofonista de jazz Paul Desmond que acompaña la situación mientras el niño camina alegremente. Cuando aparece el perro la música se detiene y apreciamos el sonido real de la calle, lo cual acentúa el realismo del corto pero vuelve a sonar, esta vez una música intrigante, cuando el pequeño intenta buscar ayuda para acto seguido volver de nuevo al silencio. Hay que ver cómo el maestro centra su atención en los silencios. Finalmente, cuando el protagonista consigue librarse del perro y así poder volver a casa, la música es relajante acompañando a las imágenes de un modo placentero. A medida que va avanzando la historia, Kiarostami consigue yuxtaponer el tiempo real con el tiempo de la narración. El uso de la iluminación mientras la cámara sigue al niño y cómo juega con las sombras el ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes por "El sabor de las cerezas" (1997), con la ayuda de la excelente fotografía de Mehrdad Fakhimi, es excelente teniendo en cuenta que es su primer trabajo. También destaca la cantidad de distintos planos que utiliza en unas calles muy estrechas.


En resumen, Kiarostami logra un brillante, tierno y luminoso ejercicio de técnica cinematográfica. El uso de la iluminación y el empleo del sonido destacan sobre todo en una historia muy sencilla sobre un chiquillo que llega a su casa a través de calles muy angostas donde el realizador iraní remarca algunos de los aspectos cotidianos y más amables de su país natal y nos acerca a lo que es el mundo árabe. Aquí observamos temas que serán recurrentes en su filmografía como la figura del niño como protagonista, lo cotidiano, lo tedioso, lo rural, cierto tono documental y monotonía e influencias del neorrealismo y la nouvelle vague.


El trabajo obtuvo muy buena acogida tanto entre el público como a nivel crítico. De hecho ganó el Gran Premio del Festival de Cine Infantil de Teherán en 1970 junto con otros cortometrajes de animación, precisamente también producidos por el Instituto para el Desarrollo Intelectual de Niños y Adolescentes. Esto hizo que la sección cinematográfica del Centro fuera en una parte muy importante del mismo, aumentando el número de las producciones audiovisuales.

Pasará mucho tiempo antes de que logremos calibrar el gran legado de Abbas Kiarostami, la mayor figura representativa del cine iraní.


"El pan y la calle" (1970). Dirección: Abbas Kiarostami.

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