miércoles, 14 de diciembre de 2016

Miradas: "La mirada de Michelangelo" de Michelangelo Antonioni.

Un anciano entra en una vacía iglesia romana para observar una imponente estatua inacabada del Moisés de Miguel Ángel. La observa detenidamente. No parece escarpársele ningún detalle de la obra. La toca. Tras permanecer un rato ante ella abandona la iglesia por la misma puerta por donde ha entrado.


Quizás se trate de un argumento muy sencillo para una película, pero si añadimos que este anciano es Michelangelo Antonioni todo es más complejo de lo que parece. Miguel Ángel ante Miguel Ángel. El hombre frente a la estatua. El humano contemplando a una obra de arte. Pero la estatua también contempla a otra obra de arte como es Michelangelo Antonioni. Su recelo y afán por exhibir el espacio como un protagonista más de sus películas va más allá en esta partitura cinematográfica ya que logra humanizar a un conjunto escultórico de un modo sublime y solemne. La estatua le invita a que su cámara sea quien la muestre como nunca nadie la ha podido ver. Un desafío que en otras manos podría haber tenido unas terribles consecuencias para el ojo del espectador, pero en la cinta que nos ocupa no estamos hablando de la cámara de cualquiera.


Por momentos parecen fundirse el hombre y la estatua. Ella, inamovible, logra romper la barrera de lo estático al igual que lo hace Antonioni, quien accede a la iglesia por su propio pie gracias a los efectos digitales. Gracias al cine, gracias a lo que el director de piezas tan importantes para el séptimo arte como “La aventura” o “El desierto rojo” ha hecho durante toda su vida.


El realizador que convirtió al cine en una herramienta de pensamiento nos invita de nuevo a reflexionar con su último trabajo. Y lo hace en un rincón donde superficialmente no parece que vaya a ocurrir algo interesante. Evidentemente no debemos suponer nada tratándose de quien se trata. Por eso Antonioni ha decidido que todas sus obsesiones estén presentes en este poema sensorial. La ausencia, la incomunicación, el silencio... El realizador italiano muestra todas sus inquietudes en apenas quince minutos repletos de melancolía y las comparte con su audiencia. Como si, consciente de que su muerte se acerca, persiguiera resumir su legado cinematográfico en una bella pieza de corta duración para la posteridad.


"La mirada de Michelangelo" (2004) de Michelangelo Antonioni.

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