jueves, 26 de mayo de 2016

"La bruja" de Robert Eggers.

Considerar “La bruja” simplemente como una película de terror sería injusto. Es un drama sobre una familia al borde absoluto de la autodestrucción. Un estudio minucioso sobre la condición humana y los efectos del aislamiento. “La bruja” es el primer largometraje del director Robert Eggers, que debuta con esta impresionante historia de horror psicológico y misterio y que debe verse en versión original por contener una reproducción muy fiel del inglés de la época. Sigue a una familia de Nueva Inglaterra en 1600 después de que fueran expulsados de su plantación debido a choques por sus valores religiosos y obligados a vivir en las afueras de la ciudad por sí mismos. No mucho tiempo después de la construcción de la casa, extraños sucesos comienzan a ocurrir, todo centrado en torno a los niños de la familia, especialmente sobre la hija mayor, Thomasin. El niño más pequeño, un bebé llamado Samuel, desaparece misteriosamente una tarde mientras Thomasin estaba jugando con él. 


A los siete minutos de la película se desencadena la primera tragedia: la desaparición de Samuel, en extrañas circunstancias. Este hecho conducirá a la familia a un luto donde el pecado está presente ya que el bebé no está bautizado y según sus fuertes creencias eso le conduce directamente al infierno. Sus hermanos gemelos le confiesan que pueden tener conversaciones con macho cabrío de la familia. Su otro hermano y confidente más cercano de Thomasin, Caleb, desaparece durante unos días. Todos estos misteriosos hechos se podrían explicar por la presencia de una bruja real que habita en el bosque cercano a la vivienda familiar, pero Eggers decide no centrarse en la figura malvada y diabólica de ese ser, sino más bien en la reacción religiosa de la familia sobre el pensamiento de que Thomasin es la propia bruja. 

A partir de aquí no sabemos muy bien sobre qué personaje caerá el peso de la trama dentro de una familia de cristianos devotos que viven aislados, aterrorizados de lo que puede suceder si van en contra de la palabra de Dios. Si sobre la madre y esposa obsesionada con que su bebé desaparecido arderá en el infierno, Katherine (una gran Kate Dickie, ahora popular por “Juego de tronos”), o bien su marido William (Ralph Ineson). Descartando a los jóvenes gemelos Jonas y Misericordia (Lucas Dawson y Ellie Grainger, respectivamente), el hijo mayor, Caleb (Harvey Scrimshaw), atormentado por ayudar a su padre, parece por momentos que va a centrar la mayor atención de la historia. Pero hay que centrase en la figura de Thomasin (Anya Taylor-Joy), la mayor de los cinco hermanos. La familia se siente incómoda con Thomasin a la que culpan de la desaparición de Samuel y piensan que, como el dinero escasea, puede ser útil sirviendo en otro hogar. Hay otras subtramas en esta película pero cuando se van desencadenando los hechos todas giran alrededor de Thomasin. 


“La bruja”, con un comprometido y exquisito sentido del detalle histórico que hace que tenga una atmósfera hechizante, contiene decenas de referencias e influencias en cada fotograma. La cinta está repleta de primeros planos que nos remiten a pinturas de Johannes Vermeer , paisajes evocadores de Andrew Wyeth e incluso escenas que nos recuerdan a alguno de los cuadros más aterradores de Francisco de Goya (mejor no mencionarlo para no desvelar nada) y al “American Gothic” de Grant Wood.


A pesar de su título, no nos encontramos ante una película donde el protagonista es un ser temible que amenaza a un cerrado entorno familiar, sino al extremo de depravación al que puede llegar el ser humano. Así pues, Robert Eggers nos muestra un juego de espejos donde las apariciones de esa figura diabólica son escasas, pero ahí no se centra el argumento principal sino en la reacción puritana y religiosa de la familia al cuestionarse si Thomasin es en realidad esa bruja o no.

Thomasin tiene verdadero pavor de ser condenada al destierro por su propia familia por fuerzas que están más allá de su control y realmente la bruja real que acecha el bosque tiene muy poco que ver con el horror auténtico de su difícil situación.

El aspecto más terrorífico de la cinta es pues el nivel de la depravación y degeneración de la familia que se derrumba cuando todas las catástrofes comienzan. “La bruja” es un ejemplo perfecto de lo estremecedor. Su ritmo lento, el ver a la familia destrozándose poca a poco, hace de la película un retrato auténtico de las personas al límite. Y es un retrato verdaderamente aterrador. Los personajes tampoco se muestran como fanáticos religiosos principalmente sino como ciudadanos de dicha época, lo cual da más miedo aún. Eso la acerca a otra obra maestra del género como es "Réquiem (El exorcismo de Micaela)" dirigida por Hans-Christian Schmid en 2006.

La histeria, el miedo, el descenso a la locura, la paranoia del aislamiento, la acercan a “El resplandor” (1980) de Stanley Kubrick. Precisamente Stephen King, que siempre ha renegado de la dicha versión fílmica de su narración, ha elogiado a “La bruja” como una de las películas más aterradoras de los últimos años.


Nos encontramos con un largometraje que, a pesar de su bajo presupuesto (menos de un millón de dólares) ha marcado la temporada del cine de género al igual que el año pasado lo hicieran “It follows” de David Robert Mitchell y “Babadook” dirigida por Jennifer Kent. Está destinada a ser la gran cinta de terror de este 2016 (hablamos siempre de estrenos en nuestro país), junto con “La invitación” de Karyn Kusama. Pero hay algo en “La bruja” que la hace especial. Podemos cambiar de escenario, de tiempo, de personajes… Parece advertirnos que algún acontecimiento puede rompernos la cordura hasta extremos perversos y cuestionarnos nuestra moral y nuestra ética.

“La bruja” viaja sobre una delicada línea entre la ambigüedad escalofriante y el terror sobrenatural, pero no deja ninguna duda acerca de los peligros del cristianismo extremo y el puritanismo. Juega con el intelecto del espectador de una manera deslumbrante, estilosa y sofisticada y ya es toda una referencia dentro del cine fantástico.


"La bruja" (2015). Dirección: Robert Eggers.

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