La reacción de la crítica cuando “Black
Coal” ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín no fue unánime. Algunos se
vieron seducidos de una manera magnética por el enigmático vigor de esta
misteriosa película, mientras que otros reprocharon que era una cinta meramente
estética con una trama cercana al “Zodiac” (2007) de David Fincher. Bien es
cierto que muchos consideraron que la última parte de la narración no estaba a la
altura de obras similares como la citada del realizador de Denver o “Memories
of murder” (2003) de Bong Joon-ho, ya que la después de la ingeniosa resolución
del caso la narrativa les pareció que se desinflaba, pero la realidad es que sí que se trata de un gran
trabajo de estilizado neo-noir digno de visualizar donde descifrar el quién y
el porqué pasa a un lado secundario si te sumerges en la oscuridad de esta gran
película, sensacional evocación de la noche de neón y la ciudad.
La historia comienza en 1999, cuando una mano sin cuerpo se localiza mezclada con el carbón en una cinta transportadora industrial. El misterio de este asesinato se extiende por la mitad de una década. Un policía divorciado llamado Zhang (Liao Fan) persigue las pistas disponibles y pronto se realiza un arresto monumentalmente fallido en un salón de belleza, antes de que avancemos rápidamente cinco años en el tiempo hasta, 2004 en una sola toma magistral que viaja a través de un paso subterráneo cubierto de nieve. Un ejercicio de travelling grandioso. Una escena que debería ser ejemplo de cómo realizar una espléndida elipsis temporal.
La historia comienza en 1999, cuando una mano sin cuerpo se localiza mezclada con el carbón en una cinta transportadora industrial. El misterio de este asesinato se extiende por la mitad de una década. Un policía divorciado llamado Zhang (Liao Fan) persigue las pistas disponibles y pronto se realiza un arresto monumentalmente fallido en un salón de belleza, antes de que avancemos rápidamente cinco años en el tiempo hasta, 2004 en una sola toma magistral que viaja a través de un paso subterráneo cubierto de nieve. Un ejercicio de travelling grandioso. Una escena que debería ser ejemplo de cómo realizar una espléndida elipsis temporal.
Zhang ahora trabaja como guardia
de seguridad de la fábrica de carbón. Pero partes de cuerpos todavía se están
acumulando, algunas de ellas con patines de hielo, y todas las víctimas parecen
estar conectadas a una empleada de lavandería viuda de ojos tristes (Gwei
Lun-Mei) con quien se obsesionará Zhang y comenzará a seguirla.
Hay ciertos indicios de “Vértigo”
(1958) de Alfred Hitchcock, en la relación entre los protagonistas, que sufre
numerosos giros melancólicos. La película sigue un ritmo imperturbable,
invariable, que nos lleva hacia una conclusión brillante, aunque los
aficionados a las películas de misterio lograrán desentrañar la clave con
facilidad. El director de arte Liu Qiang mejora el estado de ánimo de la
desesperación de la clase trabajadora con una serie de locales de mala muerte
maravillosamente iluminados (el rojo predomina en toda la cinta), comisarías y
otros escenarios.
Esta gran obra refleja como en ocasiones y para muchos las vidas humanas
son tan prescindibles como los recursos naturales. “Black Coal” deja un sabor
agridulce. Un buen sabor de boca al haber contemplado un ejercicio de cine
realmente deslumbrante y un mal sabor al ser conscientes de la realidad de un
país como China. Estamos ante un noir con aires de clásico, sofisticado, con un
humor irónico marca de las películas orientales de este género. Una cinta
pesimista con una extraña atmósfera y con cierto eco a la estética de David Lynch
(otra brillante escena, la de la mujer en la bañera podría estar sacada de “Terciopelo
Azul”). Pero la película también lidia con grandes
temas universales como el amor y la traición y da rienda suelta a un lado
desesperadamente humano muy conmovedor
sin ser llegar a ser sentimental.
"Black Coal" (2014). Dirección: Diao Yinan.
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