miércoles, 31 de agosto de 2016

Miradas: "Martyrs" de Pascal Laugier.

En Francia, a comienzos de 1970, Lucie (Myrlène Jampanöi), una niña desaparecida, es vista mientras camina por una carretera. Se encuentra en estado catatónico y es incapaz de contar nada de lo que le ha sucedido. La policía no tardará en hallar el lugar donde ha estado prisionera: un zulo en un antiguo matadero. De allí la trasladan a un centro de menores, donde solamente se comunica con otra niña y donde tiene unas traumáticas pesadillas. Quince años después, la misma niña entra en casa de una familia y mata a todos los miembros. Se carga en este comienzo demoledor a una familia entera incluidos el hijo (Xavier Dolan) y la hija adolescentes y el espectador se cuestiona porqué ha hecho semejante salvajada. ¿Qué le pasó en el zulo que le lleva a cometer esa atrocidad con una familia aparentemente ejemplar?


Tras la irregular "El internado" (2004), el director francés Pascal Laugier nos regaló a los amantes del cine de género una de las mejores obras de la década pasada que dejó con la boca abierta a todo el mundo. Salvaje y brutalmente violenta. Forma parte del "cine de la crueldad francés", que tantas expectativas tuvo pero que finalmente quedó en poco aunque brindó una serie de obras maestras como son "Alta tensión" (2004) de Alexandre Aja, "Frontière(s)" (2008) de Xavier Gens o el tremendo largometraje de Alexandre Bustillo y Julien Maury "À l'intérieur (Inside)" (2007) no recomendado para embarazadas en las semanas previas a dar a luz. Ninguna de ellas decepciona.





"Martyrs" fue proyectada por primera vez durante el Festival de Cine de Cannes en el año 2008 y ya causó una tremenda polémica. Hubo quien vomitó debido a la crueldad de las imágenes. También hubo naúseas, mareos y múltiples abandonos de sala. "Quería que el espectador perdiera la moralidad", afirmó Laugier. Pero suscitó tanto división de opiniones enfrentadas como aplausos. Tras el precedente de Cannes, en las proyecciones durante festival de Sitges, se comentó que la organización dispuso de los servicios de primeros auxilios de una ambulancia a las puertas de la sala de cine del Auditori en los pases que se exhibiría "Martyrs", y lo mismo para la sesión de de noche en el cine El Retiro. También que un espectador vomitó durante el pase matinal. 





Indicaba en la reseña de "El hijo de Saúl" que el debate estaba abierto sobre lo que se podía representar en el cine y lo que no. Pues bien, "Martyrs" lo enseña todo. Todo es absolutamente todo. Entre los comentarios de los afortunados que han visto la película (ni se estrenó en salas comerciales en nuestro país porque no consiguió distribución, ni está editada en dvd en España) hay perlas de todo tipo: desde "la película más desagradable que he visto nunca", "asquerosa", "carnaza explícita", "violencia sin excusas", hasta el polo opuesto con afirmaciones como "la mejor película de terror jamás hecha". Esto último es algo exagerado pero sí es una película necesaria para el género. Mucho. Sobre lo primero hay quien acusa a esta maravilla de ser simplemente una sucesión de escenas de violencia sin excusas. No lo es. Existe mucho más detrás. 


Otro aspecto a tener en cuenta es que nos encontramos ante una obra de ficción. Con un prologando tiempo en pantalla de hiperviolencia física, eso sí. Sin embargo, hay muchos estudios sobre la representación de la violencia en el cine de ficción, si se puede mostrar la violencia como un espectáculo cruel o hay algún argumento que lo justifique. Para ello hay que empezar por entender lo que significa la estética del cine como un conjunto de estrategias audiovisuales que pretenden provocar algún tipo de efecto en los espectadores, más concretamente en su sensibilidad. Y repito, se trata de ficción. Hay muchas teorías que estudian el influjo de la violencia proyectada en las pantallas sobre las personas y sus comportamientos según diferentes factores. Pero lo realmente estremecedor es la violencia que encontramos en otros medios de comunicación. Es obvio que los medios de comunicación, destacando la televisión, son instrumentos fascinados por la violencia, si nos paramos a observar la evolución del uso de las imágenes y los temas que éstos han ido tratando desde el comienzo de su implantación masiva. Jean-Luc Godard introdujo al comienzo de la película Pierrot el loco la frase: “el cine es como un campo de batalla. Amor, furia, acción, violencia, muerte. En una palabra, emoción”. 

No obstante, en el terreno artístico, este tipo de cine ha sufrido la censura por parte de la clase intelectual desde los años setenta. Esa misma clase que abrazó a "La naranja mecánica" (1962) de Stanley Kubrick con los brazos bien abiertos.

Violencia y venganza. La pasión por la venganza está presente en gran parte de la filmografía de autores como Robert Aldrich, Sam Peckinpah, Francis Ford Coppola, Marin Scorsese o Quentin Tarantino. Los realizadores utilizan diferentes tipos de violencia según la trama y el tono de la película. Hay muchas películas tratan sobre la venganza pero "Martyrs" muy especial.


La dureza emocional de "Martyrs" es evidente, por supuesto. Ni comparación con los ocho o nueve minutos de violación en "Irreversible" (2002) de Gaspar Noé. No obstante nos encontramos ante una estética que lleva a la belleza de la violencia (cinematográficamente hablando, claro) hasta extremos inconcebilbles, lo cual hace de ella un filme que o lo aceptas tal y como es o no. O te sumerges en la historia de Lucie y Anna (esa elipsis....¿qué les pasó durante todos esos años?) o no.

Pero...¿qué es "Martyrs" exactamente? ¿Es "Martyrs" una película sobre la venganza? La clave del filme la explica el propio realizador ya que "es una película que se pregunta por lo que queda después de la violencia". El título de la misma es bastante esclarecedor. Es mejor no saber nada más sobre ella y atreverse a sumergirse en su magnificencia enfermiza. Y cuando crean que ya no son capaces de visionar más atrocidades prepárense para la traca final. La clave la encontramos en la última secuencia, donde todo tiene sentido. Encima invita a la reflexión y entra en juego la metafísica. Ojo cómo nos mete Laugier ahí.  En un nuevo terreno que cambia totalmente la percepción de la cinta y que sumerge al espectador hábil en un estado donde todo se explica (me refiero al argumento ficticio, evidentemente, no piensen que estoy haciendo apología de la violencia real pues la detesto). Impecable. Ahí está su sublimidad. ¿Podemos hablar de perfección y divinidad en una película calificada por algunos como torture-porn? Sí. 

Bien es cierto que estamos ante un título con violencia malsana y bastante cruda, y que tiene escenas de tortura en ocasiones insoportables para un espectador no acostumbrado al cine de terror. También es cierto que posee escenas cruelmente sangrientas y bastante desagradables al más puro estilo italiano de los setenta (ese color rojo que se apodera de la pantalla, esa coreografía de la violencia), pero esta propuesta está muy lejos de ser la obra atroz que muchas voces han dictaminado.  

La película contiene en su primera parte (adrenalínica como pocas) una delicadeza en los efectos de sonido que pocas veces se ha visto en el cine de género, acostumbrado a abusar de ruidos para estremecer cuando las imágenes dicen poco. Aquí el sonido es contenido y discreto pero preciso para lograr el efecto que pretende. A partir de la segunda mitad desaparecen los diálogos y no hay música ni efectos sonoros, y la filmación se vuelve austera, el ritmo se va evaporando, lo cual produce un efecto tremendo en el espectador que siente como si cada golpe estuviera proyectado en su cuerpo. Sentimos cada detalle.

La protagonistas están asombrosas en su interpretación. El guión contiene una libertad narrativa total. El maquillaje es impecable. La fotografía es exquisita. Absolutamente todo es brillante. Su factura técnica es extraordinaria.

A nivel personal tengo que admitir que la escena más terrorífica no fue ninguna de acción, sino una de las fotografías que se muestran al comienzo de la segunda parte. Una imagen difícil de borrar de la memoria.


Laugier tampoco oculta las influencias del filósofo y sociólogo Michel Foucault. Por parte del director nos preguntamos: ¿provocación pura y dura o cine valiente y diferente? Yo me quedo con lo último. Con "Martyrs" no puedo pararme a buscar ese defecto que muchos críticos pretenden encontrar para desacreditar una obra maestra. Aquí no hay ninguno. No hay ningún detalle, nada que sobre. Y ninguna película de terror posterior ha podido superarla. Es una película atrevida que marca. Que se mantiene en nuestro recuerdo durante mucho tiempo y no deja indiferente a nadie. Hay que dejarse de debates éticos y morales sobre lo que se debe enseñar y lo que no. Esto es cine. Y no estamos ante una película sin sentimientos a pesar de su dureza. Sentimientos duros, eso sí, pero sentimientos al fin y al cabo. ¿Qué más da? Es cine. Ficción. 

"Martyrs" ganó en 2008 el premio Méliès d'Or, que se otorga a la mejor película europea de género fantástico en el festival de Sitges. Merecidísimo. Recientemente ha sido objeto de un remake americano que ni me atrevo a ver porque ninguna versión podrá superarla. Jamás.


"Martyrs" (2008). Dirección: Laugier.

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