lunes, 19 de septiembre de 2016

Miradas: "El ojo del laberinto" de Mario Caiano.

"El laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres. Su arquitectura, pródiga en simetrías, está subordinada a ese fin".

(Jorge Luis Borges).

Los laberintos y el cine de terror están asociados de alguna manera. Sobre la reecurrencia temática de los laberintos en el cine de género lo primero que nos viene a la cabeza es la mítica escena de "El resplandor" (1980) de Stanley Kubrick. Los laberintos se pueden manifestar tanto físicamente como psicológicamente. En este largometraje la trama comienza en uno físico pero se desarrolla en uno psicológico. Una mujer (Rosemary Dexter) busca a su amante, el doctor Luca (Horst Frank). La búsqueda le conducirá a una mansión en la playa de un recóndito pueblo italiano llamado Maracudi. El lugar lo habitan unos extraños y decadentes personajes. La mujer decide permanecer en la casa pues es el último sitio donde estuvo el hombre al que quiere encontrar.


Un largometraje que se abre con una persecución y asesinato entre el expresionismo caligariano, Orson Welles y Giorgio de Chirico no puede ser una película vulgar. La cinta es meridiana desde el principio: surrealismo soft, psicodelia a lo free jazz y colorismo pop de referencial simbolismo amarillo. En la primera escena el espectador tiene ventaja sobre la investigación pues conoce de antemano que el hombre ha sido asesinado por un carnicero asesino al que no podemos ver su rostro. Más concretamente en un laberinto. Ha sido perseguido y acullidado, como sucede en todo giallo de manual para cumplir la normativa del subgénero.


La protagonista va descubriendo poco a poco que todos los habitantes de la casa son sospechosos. Aún sabiendo que duerme en el mismo hábitat que un homicida, y pese a soportar dos graves intentos de asesinato, la joven, con un gran alarde de valentía digno marca de la casa (muy habitual en los giallos), permanecerá en la mansión para intentar desenmascarar al criminal.

Rosemary Dexter no destacó por ser una actriz de género, aunque la habíamos visto anteriormente en "Marqués de Sade: Justine" (1969) de Jesús Franco. Pero el resto del elenco sí que son habituales tanto en el giallo como en el cine de terror en general. La gran Alida Valli trabajó en " El diablo se lleva a los muertos" (1973) de Mario Bava, "Suspiria" (1977) de Dario Argento o "Aquella casa en las afueras"de Eugenio Martín, Adolfo Celi en "¿Quién la ha visto morir?" (1972) de Aldo Lado, Horst Frank en "Así de dulce, así de maravillosa" (1969) de Umberto Lenzi o "EL gato de las nueve colas" (1971) de Dario Argento y (aquí jovencísima) Sybil Danning hizo carrerón en la serie B.


Todas las interpretaciones son remarcables, incluso una Rosemary Dexter que resulta en ocasiones algo desaborida pero la historia de su personaje y todo lo que le pasa así lo requiere. También Alida Valli, quien en otras propuestas como "Suspiria" resulta tremendamente sobreactuada, aquí está maravillosamente genial y logra transmitir ese halo perverso de su personaje sin caer en el exceso. Y Adolfo Celi sencillamente genial. No obstante, como he comentado, todas las interpretaciones son destacables y todo el elenco alcanza un gran nivel, con alguna sorpresa sobre la identidad de algún personaje incluida.


Lo tétrico de la trama contrasta con el ambiente por el que se mueven los personajes: una mansión frente a la costa donde se bañan y toman el sol constantemente frente a paisajes soleados. La noche no es solamente una gran amenaza ya que también lo es el día.

El guión resulta en ocasiones algo desconcertante y desafía hasta el último momento al espectador. Pero ojo, el público del giallo conoce estos recursos y los aplaude. Tenemos un claro ejemplo en "Rojo oscuro" (1975) de Dario Argento o en "La perversa señora Wardh" (1971) de Sergio Martino. La excelente dirección de Caiano logra un resultado final admirable.


Como resultado estamos ante un giallo de factura impecable en el que encontramos una trama de investigación muy interesante, con el añadido romántico de la protagonista. Gran giallo con una atmósfera de desintegración moral angustiosa. Excelente Dexter, y aún más incluso Celi interpretando a un personaje de muy dudosa ética que sorprende y aturde a la audiencia. Y con un desenlace turbio e inesperado. Un final que deja su marca. Nunca hubiera adivinado quién es el asesino.


"El ojo del laberinto" (1972). Dirección: Mario Caiano.

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