lunes, 16 de enero de 2017

"La autopsia de Jane Doe" de André Øvredal.

Todo apuntaba a que "La autopsia de Jane Doe" sería una de las sensaciones de la temporada en cuanto a cine de género. Un trailer muy sugerente, el Premio del Jurado en el festival de Sitges... Sin embargo el resultado final resulta algo decepcionante.


El segundo largometraje del noruego André Øvredal tras "Troll Hunter" (2010) (tercero si tenemos en cuenta "Future Murder", película del año 2000 codirigida junto a Norman Lesperance) contiene una primera parte absolutamente brillante. Vemos de modo casi teatral como trabajan los forenses y lo que es una morgue muy tradicional. A ella ha llegado el cadáver de una chica sin identificar hallada en una vivienda donde se encuentran otros cuerpos que al parecer no tienen ninguna conexión con la muchacha. Durante casi cuarenta y cinco minutos observamos con detalle el trabajo de los expertos en la apertura de la difunta. El objetivo del estudio post mortem es hallar la causa de la muerte de la desconocida. El proceso tiene comienzo desde el levantamiento del cadáver y consiste en un examen externo y un examen interno del mismo. En el examen externo se realiza una inspección minuciosa observando todo lo que pueda proporcionar indicios relativos a la identificación y causa de la muerte. Pero es una muerta muy particular. En el examen interno se estudian detalladamente las anormalidades anatómicas del cuerpo, que son muchas. Los forenses, padre e hijo, son conscientes de que no están ante una fallecida nada habitual y poco a poco las cosas se irán complicando hasta límites inesperados. Parece que el argumento de esta propuesta en esta primera parte pueda sonar algo simple pero es aquí cuando la cinta tiene todo su poder. 


Mientras la autopsia se desarrolla una gran tormenta avanza en paralelo hasta el punto que la radio anuncia alerta por inundaciones. El misterio y la tormenta van de la mano aumentando cada vez más. Pero de repente todo cambia y nos metemos en lo que parece otra película. A partir de aquí comienza un desmadre sin límites, muy bien ejecutado, eso sí, que no está para nada a la altura de la asombrosa, aterradora y original primera mitad. 


La impecable dirección tiene en su contra un guión muy mejorable (incluyendo un tramposo e innecesario final muy abierto a posibles secuelas). Todo resulta muy atractivo: la gama cromática con la que trabaja el realizador, lograr filmar una autopsia sin que resulte asquerosa ni morbosa a pesar de su realismo, trabajar prácticamente en el interior de la morgue en todo el metraje... está hecha con mucho cariño y se observa que sus responsables han aprendido todos los detalles técnicos de una autopsia. Aunque esa sensación de estar ante dos películas muy distintas resulta inevitable.


"La autopsia de Jane Doe" (2016). Dirección: André Øvredal.

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